Sobre todo, cuando otras alrededor ofrecen cosas baratas de mala calidad, y peor aun cuando mandan a sus empleados por tus calles para robar clientes potenciales.
Durante el primer mes de apertura soñaba que un gran mapache visitaba nuestra cafetería, decía que le gustaban mucho las decoraciones temáticas de nuestra comida, y que después traería a sus conocidos. Días después hubo noticieros de mapaches del tamaño de personas que visitaban la ciudad.
Uno de esos días, nos visitó el mapache con el que soñé, junto con decenas otros que compraron todo. Ese mismo día tuvimos que surtir en las tiendas cercanas varias veces. Hasta compramos más muebles, y pagamos a otras tiendas para sentar a los mapaches en sus terrazas. Desde ese día siguen viniendo, por eso ya no buscamos clientes humanos locales.