Rory preparó un trifle, me pareció precioso, nunca se me habría ocurrido montarlo así. Por mi parte, hice una capirotada, y también la presenté de la forma más mamadora y poco común que se me ocurrió.
Dulce y sus jueces no pudieron elegir a un ganador, así que nos hicieron repetir la prueba haciendo un mismo platillo: un aburrido pastel de chocolate. Nuevamente, no pudieron tomar una decisión.
Después de otras pequeñas pruebas improvisadas tampoco hubo un claro vencedor. Dulce se miraba insatisfecha e impaciente. Se levantó de su asiento gritando:
—¡Quiero un ganador!¡Ahora! —y con su varita nos disparó a Rory y a mí.
Un temblor derrumbó el castillo, y frente a mí estaba un gigantesco caballero de jengibre controlado por Rory. Yo también estaba dentro de otro gigante, pero tardé en descubrir qué era.