Volvió a pasar, siempre las dejaba enfriándose frente a la ventana, pero lo suficientemente lejos para que nadie pudiera alcanzarlos con una mano. Ayer se robaron cuatro, así que esta vez los dejé enfriándose aún más lejos, y me quedé echándoles un ojo.
Entonces, vi como una tarta se caía haciéndose pedazos y escuché risas, luego, otras tartas comenzaban a flotar hacia la ventana. Me acerqué y, vi a una niña con las manos extendidas y a otros tres niños mirando emocionados detrás de ella.