Estaba en un sueño de piratas espaciales. Balto le suplicó que volviera con él, porque su familia se volvió un caos desde que su tío desapareció.
El tuerto y viejo calamar se hincó frente a Balto y dijo:
—Muchacho, no volveré. Estoy cansado de ser un pescador, no me queda mucha vida, y aquí puedo probar las cosas nuevas que siempre quise. Perdóname ¡Siempre podrás visitarme!
El pequeño y joven calamar se aguantaba las ganas de chillar.
—¿Qué pasará con nosotros! —Balto temblaba.
—¡Tú eres el jefe ahora! Diles que dije yo —se levantó gritando, orgulloso y satisfecho con su respuesta.
Balto no estaba convencido, entonces, su tío le dio un juego de llaves.
—Dales en su madre si no te hacen caso.