158. Vendiendo Galletas

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Llevaba cuatro horas vendiendo en las calles, y solo había vendido dos. Estaba triste sentado bajo un árbol viendo el cielo, y entonces, un hombre que usaba ropa vieja se me acercó. Le conté qué me pasaba, y dijo:

—No sea pendejo, mijo. Vete a los semáforos —señaló uno y me llevó de la mano a vender galletas por varios lugares.

Terminamos vendiendo la mayoría en unas gasolineras. Le agradecí y nos despedimos justo cuando desperté del sueño.

Seguí vendiendo galletas, empezando en las gasolineras, y el mismo hombre me gritó al pasar:

—¡Te dije que en los semáforos!

Le hice caso, y creo que acabé en hora y media.

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