Darío sufrió un accidente en la fábrica donde trabajaba, perdió ambas piernas y envejeció muchísimo. Empezó a estudiar biología y se obsesionó con los ajolotes. Le gustaban tanto que hasta abrió un centro de rescate para ajolotes.
Descubrió cómo regenerar y rejuvenecer partes del cuerpo humano, recuperó sus piernas y se volvió más joven de lo que era. Así que empezó a crear una medicina para ayudar a las personas como él, pero para hacerlo tenía que sacrificar a los ajolotes. Solo quedaban tres en el mundo.
Entonces, un chico "salvaje" que vivía en Xochimilco trajo de otra dimensión a una criatura gigante parecida a un ajolote. Juntos destruyeron el laboratorio de Darío, a quien secuestraron junto con los últimos tres ajolotes.
Ahora, diez años después volvemos a ver ajolotes en México.