Mi abuelo siempre los tenía en su patio, escondidos entre sus árboles frutales y plantas de chiles y hierbas, lo duendes eran simples muñecos de juguete usados. Visitamos a mis abuelos para hacer una fiesta, y celebrar que me mudaría a Japón por un empleo que conseguí. Faltando un mes para el viaje, perdí mi cartera y pasaporte en la casa. La buscamos por todos lados. Mi abuelo riendo dijo que quizás se los habían robado los duendes, quienes también habían desaparecido.
Hice todo lo que pude para tramitar un nuevo pasaporte, identificación y tarjetas bancarias. Pero el estrés y los tiempos de espera me atormentaban, con temor a perder el vuelo y la casa que había rentado. Desesperado, grité (en broma) que por favor los duendes me regresaran mis cosas. Treinta minutos después encontré mis cosas entre la ropa que me quité para bañarme.