Queríamos verlos tocar en la feria, así que mis socios y yo decidimos no abrir la taquería esa noche. Por la tarde me llama un amigo diciendo que era imposible entrar por las largas filas estando casi lleno.
Así que decimos no ir y trabajar en la taquería, pero nos quedamos con el sombrero y las botas mientras abríamos. De repente entra una llamada y una voz que me dice:
—¡Hola, compa! Hablamos de la banda Noche de Orcos, y queremos ordenar.
No me la creía. Tomé la orden y, después llegaron por el pedido en una camioneta negra. Me parecían tan aterradores en persona que temblaba, y el líder me dijo:
—Veo que van a la tocada, si gustan súbanse y entran con nosotros.
Aceptamos y nos dieron asientos al lado del escenario.