No volteó a verme, e insistí:
—Lo tienes todo. Ayer estabas muy feliz.
—Ésta realidad no debería existir. —Seguía sin mirarme—. Creo que no hice lo correcto. Debí haber dejado las cosas como estaban.
—¿Pero de qué hablas? Me tienes a mí, y soñaste todo esto. Hiciste lo necesario para que sucediera, y ganaste.
—Todo lo que fue y ya no será... la historia de todas esas personas, era su momento. —Me miró, llorando—. Yo y los otros tuvimos nuestra oportunidad, la perdimos y se las arrebatamos.