Pude dormir y soñar. Estaba en la estación espacial, con mi traje puesto. Me cosquilleaba la nuca. Seguí las instrucciones que Mandy me decía y entré en una habitación que daba al exterior. Por el cristal pude ver el satélite.
—¿Tengo que ir hasta allá por mi cuenta?
—Sí. Si lo logras: solo tienes que arreglarlo y volver. Será como lo practicaste.
—No estoy muy seguro.
—Tranquilo, no es tu cuerpo. Nada puede pasarte.