Pasó cuando el pobre Daniel cayó de un cerro que estaba escalando, lo único que recordaba era su primer nombre. Como nadie del pueblo lo reconoció como familiar suyo: lo adoptamos.
Dos años después me uní al ejército. Durante laguerra contra Sangoti, mis compañeros y yo charlábamos en nuestro acampamentosobre cómo fueron atacados nuestros pueblos. Todos decían que Sangoti enviabamuchachos a los cerros más altos de cada pueblo enemigo, para desde ahí liberaruna nube venenosa, pero mi pueblo nunca fue atacado a pesar de ser de los máscercanos a Sangoti.