Pudieron levantar la puerta de piedra y cargarlo con nosotros, pero nunca volvió a caminar. Gracias a su sacrificio pudo salvarme. Un año después nos descubrieron, y mientras nos perseguían Pablo fue clavado por una flecha, así que decidieron abandonarlo porque era una carga; no sin antes quitarle la tobillera que sólo a él le daba una enorme fuerza en las piernas.
Lloré al verlo quedarse atrás. Estamos seguros que murió porque Raúl fue capaz de usar la tobillera que aún lleva hasta ahora. Así fue como la consiguió, Pablo ya la tenía cuando lo conocimos, pero nunca nos contó por qué le daba ese poder, sólo sabía que únicamente funcionaba con él. Aún me siento mal por Pablo, hubiera sido mejor si me dejaban a mí esa vez.