Mi novio no despertaba. Pasé semanas tratando de entrar en sus sueños hasta que lo logré. Descubrí que Eduardo había preparado postres para un dios. El cuál quedó encantado de probarlos, y lo secuestró para que fuera su repostero personal.
Hice un trato con una bruja, que me ayudó a engañar al dios para liberar a Eduardo. Pero el dios comenzó a perseguirnos en nuestros sueños, y cada vez descansábamos menos.
Así que le pedí a la bruja que hiciera un hechizo para protegernos a Eduardo y a mí, a cambio de mi primer hijo. Después de estos años de casados, aún confío en que Eduardo no desee ser padre.