Fue uno de los premios que me dieron por ganar el concurso de cocina, junto a una colorida filipina negra bordada de alebrijes y un pin como medalla.
También soñé que mientras celebraba alguien me robaba el recetario. Cuando desperté ¡Los premios estaban en mi dormitorio! Excepto el recetario.
Un año después visité un restaurante, donde uno de los platillos que me sirvieron era el mismo que el de uno de los concursantes del sueño. En otra ocasión me contrataron para cocinar ahí, y un día encontré el recetario.