Conocí en un tianguis a una chica que vendía sus propias pinturas. Me gustó la de una criatura mágica en un campo. Me dijo que esa no estaba en venta, porque aún no la había terminado. Le dije que no me importaba (a mí me parecía completa). Nos seguimos en Instagram y nos despedimos.
La semana siguiente me escribió diciendo que si podía venir para terminar la pintura. Respondí amablemente que a mí me gustaba tal y como era, pero ella siguió insistiendo hasta que se rindió. Noches después, soñé que ella entraba a la casa y terminaba la pintura.
Desperté, y la criatura ahora tenía dos pequeñas crías junto a ella,pero no vi ninguna señal de que alguien hubiera entrado al departamento.