Meses después de que nos invadieran esos monstruos, comenzaron a cerrar los caminos del pueblo. Destruyeron casi todo el empedrado, e incluso el suelo de algunas casas a cuyos dueños daban una recompensa.
Uno de los trabajadores me contó que los monstruos encontraron oro aquí, y les mamaba dicho mineral. Como eran muy violentos: no tenían más opción que trabajar con ellos para que se fueran rápidamente.
Tuve mala suerte cuando una de sus máquinas subterráneas encontró oro bajo mi casa. Me la quitaron a cambio de una suma de dinero y una horrible casa en otro pueblo cercano.
Recuerdo que se veían casi como cualquier hombre alto y mamado, trataban de ser formales, pero sin hablar demasiado, ya que perdían la paciencia rápidamente y se volvían hostiles.