En un pizarrón de corcho, Darío colgó durante siete años las metas que se proponía y cumplía, más o menos una mensual. Eran noventa metas, cada una con una foto o artículo de recuerdo. La última noche que estuvimos con él se veía tan feliz. Aún no entendemos por qué se suicidó a sus veintisiete años de edad, sigue visitándonos en sueños.