Cuando tenía dieciséis años, empecé a tener sueños donde era un vagabundo en Puerto Vallarta. Un panadero me regaló un pan. En otra ocasión, me invitó entrar al baño de su casa para bañarme. Luego, me hizo ayudarlo en su panadería. Así pasé varios años, soñando con esa panadería y su gente.
Cuando cumplí dieciocho, fuimos de vacaciones a Puerto Vallarta y, de pura casualidad, encontré esa panadería. Lo extraño fue que la gente del sueño también estaba ahí, y me reconocieron.
Esas vacaciones empecé a trabajar en la panadería, así que decidí mudarme y hacer la universidad aquí.
