XI

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Había viajado hasta el pueblo de la abuela de Marlene, para poder averiguar un poco de la historia de los hombres... Embarazado. Dios, era tan estúpido pensarlo, ni hablar de decirlo, que ni siquiera sabía cómo abarcaría el tema.

Sí, eso es, se presentaría como un profesional de salud, buscando información por un caso que estaba tratando.

El tema era ¿Por dónde empezar? ¿Por el hospital del pueblo? Dudaba mucho que allí hablaran algo al respecto.

—Hola, un café y unas tostadas. Si tiene mantequilla mejor —pronunció sentándose en una cafetería, cuando un muchacho le fue a tomar la orden.

Observó la hora en su celular y respondió algunos mensajes, mientras esperaba su pedido. Miró a su alrededor a las personas, y encendió un cigarrillo.

—Es un lugar libre de humo, señor —le dijo el muchacho, trayéndole parte de su pedido, las tostadas y la mantequilla.

Matthew chasqueó la lengua con molestia y arrojó el cigarrillo al suelo, pisándolo luego.

—Muchas gracias, en seguida le traigo el café.

—Como sea —pronunció tomando una tostada para untarla con mantequilla.

Y cuando el chico volvió, lo observó curioso. De cierto modo, le recordaba mucho a Alex. Rostro fino, rasgos afeminados, un aspecto bastante andrógino.

—Que lo disfrute.

Incluso su voz sonaba muy suave para ser la de un chico.

Lo siguió mirando curioso, mientras el muchacho continuaba con sus funciones. Bastante sospechoso le resultaba su aspecto.

***

—El bebé está perfecto, Alex, quizás sólo estaba durmiendo —le aseguró con una sonrisa tranquila Marina.

—¿Segura? No se ha estado moviendo mucho hoy tampoco —pronunció el rubio, mirando el monitor.

—Sus latidos están bien, el peso también, él está bien.

—Mm, de acuerdo —le dijo no muy convencido—. ¿No se puede ver aún que es?

—Vamos a probar.

Tomó el transductor y lo pasó de un lado hacia el otro, para intentar ver el sexo del bebé.

—Déjate ver, vamos —pronunció curioso el rubio, mirando la pantalla.

—Ahí, creo que ahí podemos conseguirlo —sonrió la doctora, moviendo un poco más el transductor—. Sí, ahí se deja ver.

—¿Y qué es? ¿Tenía razón?

—No, es una niña —sonrió.

—Ah ¿Una niña?

—Sí, una niñita muy sana y fuerte.

Alex asintió con la cabeza, borrando la emoción de sus facciones. Marina lo observó curiosa, limpiándole el gel del vientre.

—¿Qué pasa?

—Quería que fuera niño.

—Lo entiendo, Alex, pero tú ahora debes pensar que está sana, que está creciendo bien, fuerte.

El rubio fingió una leve sonrisa, y desvió la mirada... Él quería un varón, pero no debería pensar en eso, después de todo, pensaba darla en adopción.

***

—¿Cómo un hombre va a tener un hijo? ¿Un embarazo? Eso es estúpido —rio incómodo el camarero.

—Sí, eso mismo pienso yo, pero... Cómo te dije hace un momento atrás, estoy tratando un caso en mi ciudad —pronunció bajo Matthew lo último.

El muchacho lo observó y luego miró a su alrededor disimuladamente, antes de suspirar y mirar al castaño.

—¿En serio eres médico?

—Por supuesto, y si estoy aquí, es porque me llegó este caso extraño, donde nadie tiene información al respecto. Una amiga me habló que su abuela le contó de un caso que se dió aquí, hace más de cincuenta años atrás.

—¿Quién más sabe de esto?

—Sólo nosotros tres.

El chico asintió con la cabeza, y en el ticket de compra de Matthew le anotó un número de celular.

—Salgo a las ocho de la noche, aquí no puedo hablar. Si quieres, llámame y encontraremos un mejor lugar donde hablarlo.

—Perfecto —sonrió tomando el número—. Oye ¿Tú estás...?

—Sí —le dijo enseñándole su mano izquierda—. Estoy casado.

...

Papá No Soy Un ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora