Papá No Soy Un Error

XXXVIII

No le interesaba en lo más mínimo conocer a Manasés ¿O era Ramsés? ¿Moisés? Cómo sea, ese niño. Gracias a la demanda, y luego pedido de prueba de paternidad, se había demostrado que era su hijo. Pero Matthew no sentía ningún tipo de interés en el bebé.

Ni siquiera debería existir en primer lugar. Su madre había decidido tenerlo sólo para quitarle dinero y vivir de arriba.

Estaba en el supermercado, haciendo compras por su cuenta, cuando pasó por el pasillo de los artículos de bebés, observando sorprendido los precios desopilantes que tenían algunas cosas.

Era una locura, una exageración que los pañales estuvieran tan caros. ¿Y cuántos usaba un bebé por día? Y... Entonces pensó en su hija.

Observó los paquetes de pañales y leyó los indicaciones, buscando los tamaños por meses. Sería más fácil preguntarle a Alex que tamaño usaba la niña, pero no quería avisarle tampoco lo que haría.

—Oye, trabajas aquí ¿Verdad? —le preguntó a un muchacho que pasaba por allí, con una visera con el logo del local.

—Así es ¿Qué se te ofrece?

—Además de pañales ¿Qué más le comprarías a un bebé de tres meses?

***

—

—Ay que niña más buena y tranquila —sonrió Alex mirando a Luz que no lucía para nada feliz en su butaca para bebés.

Había logrado que usara el chupón, pero de todos modos la niña lo escupía de vez en cuando, quejándose. Al parecer estaba pasando por una temporada de caprichos, porque lloraba por todo, si Alex no la tenía en brazos, si no se apuraba en alimentarla, si le cambiaba el pañal, si la bañaba, si la acostaba de un modo que no le gustaba... O estaba mostrando su verdadero carácter, bastante parecido al de su otro padre.

—Un momento —pronunció tomando a la niña en brazos, al escuchar que golpeaban la puerta—. ¿Quién es?

—Soy yo ¿No me abrirás tampoco?

Frunció el ceño y dió un largo suspiro, antes de abrirle.

—¿Qué... Quieres? —preguntó sorprendido, al ver que había varias bolsas en los pies del castaño.

—Te dije que no podía darte más que dos mil dólares la otra vez porque tenía unos gastos, así que hoy decidí traerles unas cosas.

—¿Por qué? —le inquirió incrédulo, sin poder salir del asombro.

—Creí que dirías gracias, no sé porqué tantas preguntas —pronunció con fastidio, acercándose a él para ver a la bebé, y sonreír suavemente al ver la carita de Luz—. Hola hermosa, cada día más grande.

—¿Quieres tenerla? —le preguntó no muy seguro.

—Por supuesto.

—Sostenle bien la cabeza —le dijo dándosela con cuidado.

—Te recuerdo que estoy estudiando medicina —pronunció indiferente, antes de volver su mirada a la niña y sonreír—. Hola princesa hermosa, que preciosos ojos tienes, Luz.

Alex rodó los ojos y comenzó a entrar las bolsas, observando que habían varios paquetes de pañales, algunos bodys, biberones, tarros de fórmula para bebés de hasta seis meses, toallitas húmedas, algodón, talco, escarpines realmente tiernos, y algunos juguetitos.

—¿Cuánto dinero gastaste aquí, Matt?

—Eso no importa —pronunció sin mirarlo, haciéndole caras a la niña, riendo bajo al ver cómo Luz le sonreía—. ¡Eres hermosa, muñeca! —exclamó antes de darle varios besos por los cachetes, haciendo sonreír a la niña.

—Am, sé más suave con ella —le dijo desconfiado el rubio—. Recuerda que tiene dos meses recién.

—Tiene casi tres, puede soportar un ataque de besos  —sonrió antes de darle más besos, haciendo que Luz lo tomara del rostro.

Bueno, al parecer con Matthew estaba bastante entretenida.

—Yo estaba preparando el almuerzo, si puedes cuidarla hasta que termine, te lo agradecería mucho.

—Me quedaré hasta que se duerma —pronunció recostándose en el sillón, para recostar a la niña sobre su pecho y piernas flexionadas, tomándola de las manitos—. Pero yo creo que tú no tienes sueño ¿Verdad, muñeca?

Alex lo miró y luego tomó las bolsas para llevar las cosas de la niña a la habitación. ¿Por qué ese cambio tan repentino? Quizás se sentía mejor porque ya no tenía esos clavos en la pierna herida, pero igual... Matthew era muy cambiante.

...

Sí, quizás Ramsés se lleve su dinero, pero su amor...