LIX

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—¿Qué pasa? —sonrió mirando a Alex, que estaba abrazado a su pecho, mirándolo.

—¿No dudaste cuando viste que decía que no era tu hija?

—No —le dijo en un tono suave, acariciándole una de sus mejillas—. Te dije que de lo único que estoy seguro en esta vida, es que Luz es mi hija. Y aunque fuese cierto que no fuera biológica, no les hubiese dado el gusto a mis padres tampoco.

—Yo sólo estuve contigo —murmuró mirándolo a los ojos—. Después de la última vez que estuvimos juntos, decidí que no volvería a tener sexo casual con nadie más, a menos que quisiera algo conmigo.

—Perdón por eso.

—Yo sé que Luz se parece más a mi que a ti, pero es tu hija, no sé porqué tus papás no la quieren.

—Yo tampoco, pero no me interesa realmente.

Alex lo miró y sonrió, estirándose hacia arriba para besarlo, siendo correspondido por Matthew.

—Te amo.

***

—Algunos años después—

—Escucha mi amor, papá y yo tenemos que contarte algo importante.

La pequeña Luz de seis años los observó a ambos, curiosa.

—¿Qué cosa, papi?

—Tú tienes otro hermanito, mi amor, y no, no estamos hablando del bebé que papá Alex tiene en su panza —le explicó Matthew—. Tú tienes un hermano que tiene tu edad también y se llama Ramsés, el vive con su mamá en otra ciudad.

—Ah —sonrió.

Alex miró desconcertado a la niña y luego a Matthew. ¿Ah? ¿Eso es todo lo que iba a decir? ¿Tan natural se lo iba a tomar? ¿O es que esa niña había heredado la despreocupación de su padre? ¿La indiferencia de Matt?

—¿Tienes alguna pregunta, hija?

—No.

—¿Te gustaría conocerlo alguna vez? —le preguntó Alex.

—Sí —le dijo tomándose de las manitos—. ¿Puedo tomar una chocolatada, papi?

Matthew la observó y luego rio bajo, asintiendo con la cabeza.

—Ve a merendar, Luz.

—¡Gracias, pa! —exclamó sonriendo antes de irse corriendo a la cocina.

—Yo no puedo creer la reacción de esta niña, le resbala todo.

—Es porque mi hija es la mejor de todas —sonrió orgulloso el castaño—. Yo sabía que se lo iba a tomar natural.

—¿Natural? Matthew prácticamente le entró por un oído y le salió por el otro, no le interesó en lo más mínimo el hecho de saber que tiene un hermano.

—A mi tampoco me interesa, pero bueno.

—¡Ey! ¿Qué hablamos al respecto? —le dijo serio el rubio.

Matthew sonrió y le robó un beso corto.

—Perdón amor, pero tú sabes muy bien qué a mí sólo me interesa mi Luz hermosa, y ahora este otro intruso —murmuró sonriendo, tocándole la panza—. Bien escondido que estaba.

Papá No Soy Un ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora