XIV

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Soy el error que le arruinó la vida a papi.

Se sentía tan triste, tan miserable, que sus padres no habían hecho más que cruzar la puerta, que él se había largado a llorar. Todo lo estaba superando. Faltaba menos de cuatro meses para que la bebé naciera, en tres meses terminaba las clases y él no sabía cómo haría para salvar el año.

Tenía que buscar un buen orfanato para dejar a la niña, recuperarse de la cesárea, y rezar para que nada se complicara.

Si tan sólo el hubiese sabido que podía gestar, se hubiese cuidado... De todos modos se tendría que haber cuidado, podría haber contraído algo peor.

—T-Tú al menos nacerás mujer, así que sabrás d-desde un comienzo que puedes quedar embarazada. Cuídate siempre, no seas e-estúpida cómo nosotros.

Respiró profundo varias veces y se limpió la nariz, antes de beber un poco de agua. Debía tranquilizarse, Marina le había dicho que las emociones fuerte se las compartía a la bebé.

Fue a la cocina y buscó una paleta en el freezer, tomando una de frutillas. Le dió una mordida y acarició su panza.

—M-Muévete para saber que estás bien —pronunció masticando sin ganas—. No tengo g-ganas de ir al hospital ahora.

Y cuando ya iba por la mitad de la paleta, la sintió moverse un poco.

—Eso es, buena niña —murmuró caminando a su habitación.

Lo único que quería en ese momento era irse a dormir un buen rato, y al despertar sentirse un poco mejor.

***

Entonces ya no había dudas, había una "clase" de hombres que podían gestar, y él había tenido la suerte de justo follar con uno de ellos, la primera vez que estaba con otro muchacho.

O tal vez... Ese bebé ni era de él. ¿Quién podía asegurárselo? Alex le había dicho que él había ido a buscar sexo, y tal vez ya lo había hecho con otros antes, o después, y ahora lo quería responsabilizar a él.

Definitivamente pediría una prueba de paternidad, él no pagaría ni un centavo antes de saber si realmente era su hijo. Y si la prueba arrojaba que el bebé era suyo, entonces no le quedaría más que pasarle la cuota.

Debía buscar la forma de pagarle aquello a Alex sin que sus padres lo supieran, o lo dejarían sin privilegios.

Tomó su celular y buscó el número del rubio, rodando los ojos antes de marcar y llamarlo. Ni siquiera sabía si el muchacho iba a responderle.

"—¿Qué quieres?"

Vaya, sí lo había hecho.

—Escúchame bien fenómeno, estoy viajando hacia-

"—¿Fenómeno? ¿Quién mierda te crees que eres para hablarle así? Vete a la mierda."

—Ni se te ocurra cortarme.

"—¿Y qué harás?"

—Te voy a-

Escuchó el tono del otro lado, y apretó sus dedos en el volante. El hijo de puta le había cortado. Ya lo iría a buscar a su casa cuando llegara a la ciudad. Él debía saber cuanto antes si esa criatura era suya o no, para así poder idear un plan.

***

—Maldita la hora en que te conocí, Matthew Collins —sollozó.

Le había costado aceptarse, para que ahora un idiota como ese lo llenara de inseguridades. Ya bastante tenía con lidiar con un embarazo no deseado.

Además ¿Por qué lo odiaba tanto? Ya sabía que era un puto reprimido, pero seguía hostigándolo con su orientación sexual, cuando él mismo lo había invitado a su casa en dos ocasiones.

Y lo peor de todo, es que había actuado como si no lo conociese. ¿Con tantas personas estaba qué había olvidado quien era?

Al final, había sido un nombre más en su lista, un número... Y que estúpido al creer que podría ser más que eso, ¿Pero qué más podía esperar de un tipo como él? Matthew era un infeliz, un imbécil de primera.

...

Papá No Soy Un ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora