Papá No Soy Un Error

XVIII

—Pa, hola —pronunció sorprendido, al verlo del otro lado de su puerta.

—¿Esperabas a alguien más?

—No, pasa.

Su progenitor entró a la casa de Matthew y observó la mesa de la sala.

—No veo libros aquí.

—Me tomé un descanso, estaba justo por salir al gimnasio y luego del entrenamiento, volvería aquí a estudiar.

—Sabes que es primordial que estudies todo el tiempo, para ser el mejor profesional de tu área. No se trata sólo de que te recibas, sino también-

—Lo sé —suspiró interrumpiéndolo—. Quédate tranquilo, seré el mejor médico que tú puedas desear.

—Jack a tu edad era reconocido en la universidad, todos hablaban del excelente médico que sería —pronunció dando una vuelta por la sala, observando los libros que tenía en la biblioteca—. Y de hecho, lo fue.

Matthew rodó los ojos, escuchando una vez más la historia de su tan afamado y respetado primo Jack.

—No espero menos de ti, Matt.

—Seré mejor que ese imbécil.

—¿Imbécil? —pronunció su padre antes de reír y mirarlo—. Está trabajado en la mejor clínica del mundo, con un sueldo que tú sólo podrás soñar. Estás en tercer año y aún no me llega ninguna mención de tu desempeño. Jamás será como él, y mucho menos, mejor que Jack.

Matthew desvió la mirada, apretando la mandíbula.

—Lamento no ser como Jack, ojalá hubiese sido tu hijo y no del tío Jhonny.

—Sí, yo también... Quiero ver tu libreta a fin de año, Matthew, y si no veo sólo dieces en tus calificaciones, hablaremos seriamente de los beneficios que estás teniendo a costa de mi bolsillo. Yo no gastaré un centavo más en alguien cuya única obligación es estudiar.

—Pero-

—La facultad es un privilegio, no un derecho —lo interrumpió mirándolo serio—. Y tú no haces nada más que derrochar mi dinero. No seguiré financiado un inútil si no yo no veo los resultados que quiero.

Matthew observó a su padre, apretando los dientes. Lo único que había hecho en toda su maldita vida, había sido pagar por él, nada más. Jamás había ejercido su rol como padre, hasta estaba seguro que ni siquiera lo quería.

Él sólo quería a su perfecto sobrino Jack.

***

"—Alex ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras? ¿De nuevo la bebé no se mueve?"

—N-No, ella está bien —sollozó—. Yo n-no estoy bien, Mari... Él se la q-quiere llevar, y yo no quiero.

"—Oh, cariño. Tranquilo, ya te expliqué que él no puede quitarte a la niña. Además, según lo que me has contado, él no quiere que nadie se entere de lo que ocurrió, no puede arriesgarse a que esto se haga un escándalo."

—Él no la quiere, ni s-siquiera sé que planea hacer con ella.

"—Alex, no dejaremos que se lleven a tu bebé, tranquilo. Respira profundo, toma un poco de agua, y come algo rico. Debes tranquilizarte, sabes que el estrés también se lo pasas a ella. Te aseguro que nadie se llevará a tu bebé."

—Gracias —lloró acariciando su vientre.

"—En unos días estaré allí contigo. ¿Has comido bien? ¿Se ha movido?"

—S-Sí, siempre se mueve después de comer. Pero creo que sabe cuando estoy e-estoy triste, porque se q-queda quieta.

"—Intenta calmarte, Alex, todo estará bien. Dale muchas caricias y dile cuánto la quieres."

Asintió con la cabeza, continuando hablando con Marina mientras acariciaba su panza. Marina era la mamá que le hubiese gustado tener en esa circunstancia... Porque sabía que su madre actuaría muy diferente al saberlo.

Luego de cortar la llamada, fue a la cocina por un poco de agua y volvió al sofá, acariciando su vientre.

—A-Aunque nada parezca bueno, y tal vez no funcione como desee, yo no voy a alejarme de tí, porque te quiero mucho —sollozó—. Eres lo único mío en esta vida, y voy a cuidarte como sea. Te prometo que jamás te hará falta nada, ni material y mucho menos amor. Yo jamás voy a juzgarte por lo que decidas ser, mi pequeña Luz, siempre estaré a tu lado apoyándote.

Creo que papi finalmente me dió un nombre... Él me quiere, y yo te amo tanto a ti.

Alex sonrió suavemente al sentir que se movía bajo su mano, y se secó las lágrimas del rostro con su mano libre.

—Siempre estaremos juntos.

...