XXXII

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—Eres muy bonita mi amor, muy preciosa —sonrió hablándole a su bebé, que iba en su cochecito, rumbo ambos hacia el supermercado.

Debía ir hablándole durante todo el camino, o de lo contrario, la niña se pondría a llorar.

—Vamos, ven, yo te ayudo.

—No hace falta, yo puedo solo, Mar —sonrió divertido.

Se giró al escuchar aquella voz y se encontró con Matthew en la puerta del supermercado, caminando con una muchacha hacia el interior. Al parecer, él no lo había visto.

Alex miró a su hija, y luego decidió marcharse de allí, sin entrar al mercado. Lo que menos quería era cruzárselo. Con lo estúpido que podía ser Matthew, de seguro pensaría que él lo estaba persiguiendo o algo así.

—Es increíble que vivieras todos estos meses comiendo únicamente pizzas y hamburguesas, Matthew ¿Cómo pretendes recuperarte así? Y eso que estudias medicina —lo regaño Marlene, tomando un carrito para las compras.

—Es lo mejor que puedo hacer en mi situación —se excusó caminando junto a ella con la muletilla, observando las góndolas.

—Eso es una excusa barata y lo sabes bien. Tranquilamente pudiste haber pedido por delivery que te llevarán verduras, frutas, y tú cocinarte.

—Es verdad, pero lo cierto, es que no me sentía con ánimos de nada —le dijo tomando dos cartones de leche—. No la he pasado bien estos meses.

—Supongo que cada familia es un mundo ¿No? Y yo no voy a preguntarte qué pasó, pero si tú quieres hablar, sabes que puedes hacerlo conmigo.

El castaño la observó por un momento y luego asintió con la cabeza.

—Gracias, Mar.

***

—¿Qué ocurre? Tienes una mirada triste.

—Hoy cuando estaba yendo a comprar, me lo crucé a Matthew.

—¿Qué te hizo? —le preguntó seria Catalina.

—Nada, él ni siquiera me vio, me fui antes de que notara que estábamos allí.

—Menos mal, Alex, ese tipo es un peligro —pronunció en un tono molesto la castaña, tomando una galleta.

Había ido a visitar a Alex y Luz, llevando unas galletas para merendar juntos, y saber si el rubio necesitaba algo además.

—Estaba con una chica —pronunció bajo, mirando a Luz que estaba durmiendo en sus brazos—. No es la primera vez que lo veo con ella.

—¿Y eso te afecta?

—Tengo sentimientos por él, Cata, y yo sé que está mal, que no tiene sentido, que es irracional. Pero no es algo que yo pueda controlar, y encima tenemos una hija en común. Yo me sentí atraído por él desde el primer momento en que lo ví y me sonrió, invitándome un trago.

—Alex, yo entiendo que ese infeliz sea un tipo atractivo y demás, pero cada vez que tú te sientas atraído por él, intenta recordar todas las cosas que te hizo pasar, que te dijo. Intenta razonar y darte cuenta que no es un buen tipo, y que aunque sea el otro papá de Luz, y ella los una de algún modo... Lamentablemente no tiene interés en ella.

—Lo sé —murmuró—. Sé que ambos no le importamos, es por eso que intento ya no volver a hablar ni cruzármelo. Pero verlo con ella, y pensar que quizás pueda ser su novia, me dolió.

—Él es libre de hacer su vida con quien quiera, al igual que tú, Alex. Tú te mereces a alguien mucho mejor que ese imbécil, que te ame y respete. Y sobre todo, que acepte también a tu bebé.

—¿Cómo voy a encontrar a alguien que me acepte con Luz? No lo hizo Matthew que es su padre, mucho menos otro hombre. Y para ser sinceros, yo ya no pienso en parejas, Cata.

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Papá No Soy Un ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora