XXXIII

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—Ya, tranquila, mi amor —sonrió enternecido al escucharla llorar, mientras la terminaba de cambiar.

A Luz no le gustaba mucho la hora del baño, y se ponía muy fastidiosa durante todo el proceso, llorando hasta que Alex terminaba de cambiarla. Sólo se calmaba cuando él le daba el pecho, quedándose dormida minutos después.

—Que poca paciencia tienes, Lucecita —rio bajo, acomodándola sobre su brazo, escuchando como la niña se quejaba molesta—. Gruñona resultaste ser, gruñona y hermosa —pronunció bajo, acariciándole el cabello mientras la bebé cerraba los ojos, alimentándose—. En eso te parece mucho a él.

"—No me toques ¿Sí?

—¿Me dices eso luego de tener sexo? —sonrió divertido.

—Sí, porque no quiero que me toques. Una cosa es tener sexo, y otra muy diferente es tener ese tipo de contacto completamente gay. Ya te lo dije, no me gustan los hombres.

—Claro —murmuró Alex tomando su ropa, para comenzar a cambiarse.

—No... No has hablado de esto con nadie ¿Verdad? —le preguntó mientras encendía un segundo cigarrillo, dándole la espalda para no verlo.

—¿Te crees que ando ventilado con quién me acuesto? No seas ridículo.

—Espero que no, a nadie le interesa saber esto.

—Por supuesto que no —pronunció bajo, mirando la pared mientras subía la cremallera de su pantalón.

Respiró profundo tomando su camiseta, sintiendo sus ojos cristalizarse. No sería más el juego de ese imbécil, que negaba lo que era.

—¿Quieres que llame un taxi?

—No —le dijo colocándose las zapatillas.

—Okay, mira bien antes de salir que nadie te vea.

Se mordió el labio inferior, tragando el nudo de su garganta antes de salir de la habitación, sin mirarlo. Aquella había sido la última vez que había ido a la casa de Matthew a tener sexo con él.

Y no porque Matthew no lo hubiese vuelto a citar, sino porque Alex se había negado a ir."

***

Observó las fotos del hijo de su primo, y algo dentro de él se sintió vacío. Su hija debía tener casi dos meses ya, y él ni siquiera la conocía en persona.

De seguro ya no sé vía igual como cuando Alex le había enviado las fotos aquella vez.

¿Y si lo llamaba? ¿Él le atendería? Dudaba mucho que lo hiciera después de como lo había tratado la última vez. Pero es que Alex... Alex le generaba eso, rabia, impotencia. Lo hacía sentir tan violento.

Alex despertaba un lado en él que no conocía, y de sólo pensarlo de más, terminaría duro. Y era algo que jamás admitiría.

Pero así era cada vez que lo veía, que le sonreía, que le hablaba. Y ni hablar en la intimidad, cuando gemía, cuando jadeaba pesado cerca de su oído, completamente sumido en el deseo, pidiéndole que no parara.

Verlo de ese modo, entregado a él, con la boca semi abierta y los ojos entreabiertos, pidiendo más... Era algo a lo que Matthew no podía resistirse.

Y más rabia le causaba recordar que Alex había sido quien había decidido terminar con sus encuentros. ¿Quién diablos se creía que era él para rechazarlo?

—Nadie, sólo un maldito puto más —masculló arrojando el celular.

Sí, quería ver a su hija, pero el problema es que estaba con Alex. Y él no quería ver al rubio.

. . .

Papá No Soy Un ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora