Papi, ya es hora de comer.
Alex suspiró y se pasó una mano por el rostro, antes de cubrirse los ojos con su antebrazo. No se sentía bien aquella mañana, no tenía ánimos de nada. Ya estaba transcurriendo el quinto mes de embarazo, y cómo Mariana le había advertido, sus pechos habían comenzando a crecer, a "hincharse"
—Ya quédate quieto, niño —pronunció con fastidio, sin querer salir de la cama.
¿Qué tal un batido de fresas, papi? ¿O una hamburguesa? ¡¿O un pastel de chocolate?! ¡Me gustan mucho de esos!
—Demonios —gruñó frustrado, antes de darle un suave golpe con la mano libre a su vientre—. ¡Hey! Ya no te muevas, no tengo ganas de levantarme ¡Quieto dije! —exclamó apretando la zona donde el bebé se estaba moviendo, al ver que no se detenía.
Y entonces lo hizo, se quedó quieto.
—Duérmete también, no pienso salir de la cama en todo el día.
***
—Ocho de la noche—
Se despertó, sintiéndose de mas mal humor que cuando se había ido a dormir temprano, y salió de la cama con algo de dificultad. Siempre había sido delgado, y ahora que había subido unos siete kilos, sentía el peso.
La panza le pesaba.
Fue hasta al baño a orinar, y luego regresó a su habitación para cambiarse y salir a comprar algo. Realmente no tenía ganas de salir de su casa, pero no tenía nada que comer interesante.
Se colocó una campera holgada, que le cubriera la panza, y tomó las llaves del departamento, saliendo.
—¿Qué quieres comer tú? Yo quiero algo salado —pronunció caminando hacia el ascensor—. ¿Qué tal algo de carne asada? Podríamos pasar por una rotisería o una parrilla. Hoy mis papás me depositaron lo del mes, creo que podemos darnos un gusto.
***
Tomó una alita de pollo, dándole una mordida, mientras acomodaba algunas de las cosas que había comprado en el supermercado. Al día siguiente iría a comprar las cosas que le faltaban y pagar el alquiler además.
Luego de terminarse la tercera alita, frunció el ceño y se sentó en el sillón, apoyando una de sus manos sobre su vientre.
—Ey, estás muy quieto, y tú siempre que como te mueves —pronunció confundido, acariciando su panza—. ¿Estarás durmiendo?
Se levantó y fue por una lata de refresco. Eso era algo que le encantaba al bebé, las cosas azucaradas. Le dió un trago y espero unos segundos.
—Mm, quizás duermas —murmuró no muy convencido.
***
Estaba en una fiesta con sus amigos, y al ver a una de sus compañeras, dejó su cerveza de lado, acercándose rápidamente a ella.
—Hey, Marlene ¿Cómo estás?
—Matt, muy bien ¿y tú? —sonrió la jovencita.
—Bien, bien. Oye, quería hacerte una pregunta, porque he estado escuchando un rumor estúpido por ahí.
—Oh ¿Es sobre la facultad? No quiero pensar en eso ahora —sonrió incómoda—. Lo que menos quiero es pensar en las clases en este momento.
—No, no es sobre clases. ¿Recuerdas cuando me contaste lo de la abuela de tu abuela? ¿Del tipo que tuvo a un bebé?
—Ah, eso —rio—. Olvídalo, Matt, es sólo una historia tonta, tú mismo lo dijiste.
—Sí, obvio, es absurdo. Pero sabes, mi mamá la otra vez contó una historia similar que su abuela le contaba, y... Pues no sé, me dió curiosidad ¿De que pueblo es tu abuela? —le preguntó intentando ocultar la curiosidad que sentía en ese momento.
***
—¿Marina? Hola, soy Alex, disculpe la hora que la llamo, pero... El bebé no se ha movido, y me tiene un poco preocupado.
"—¿Desde cuándo no se mueve?"
—Hace como dos horas me desperté, y él siempre se mueve cuando me despierto o como, y esta vez no se ha movido —le dijo caminando de un lado hacia otro, con una mano apoyada sobre su vientre.
"—¿Probaste comer algo dulce?"
—Tomé un poco de refresco.
"—¿Tienes algún dulce? ¿Algo que a él le guste y lo estimule? Háblale, acaricia tu panza, y si aún así no se mueve. Llámame de nuevo, iré al hospital a realizarte una ecografía."
—Está bien —le dijo con temor, cortando.
Fue a la cocina y buscó alguna golosina, encontrando unas donas glaseadas.
—Oh, esto sé que te encanta —pronunció tomando una, dándole una gran mordida—. Vamos, muévete.
Se la terminó de tres mordidas, y se sentó en la silla, acariciando su panza.
—Vamos, no me preocupes, muévete un poco —murmuró dándole golpecitos a su panza—. Vamos, vamos, muévete un poquito.
Se mordió el labio inferior, sintiendo que sus ojos se aguaban. ¿Y si había hecho algo mal y por eso no se movía? Se sentía tan sensible, que lloraba sin dificultad alguna.
—No me asustes, muévete por favor —susurró derramando las primeras lágrimas—. Sé que hubieron riesgos desde que supimos que estabas en mi panza, pero no creí que pudiera pasarte algo ahora, que ya estás más grande. No me asustes, muévete un poco. Mira, creo que tengo una paleta helada.
Fue hasta el refrigerador, y buscó la paleta bañanda en chocolate que había comprado para el postre del día siguiente, dándole una gran mordida.
—Esto te gusta mucho.
Y entonces lo sintió, moviéndose suavemente, haciéndolo llorar mientras masticaba el segundo bocado.
—Que tonto eres, bebé, me asustaste mucho. No te quedes nunca más quieto... Por favor.
...
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Papá No Soy Un Error
Teen FictionHistoria Mpreg... Si no te gusta este tipo de narrativa, te aconsejo no entrar ❤️❤️