XLIII

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—Mm.

—¿En qué piensas? —le preguntó sin mirarlo, mientras le acariciaba el cabello a Luz.

La bebé aún seguía prendida a su pecho, con los ojos cerrados, y succionando de vez en cuando. Sabía que aún no se había dormido por completo. Y para Alex ya se había hecho normal que Matthew saliera del trabajo y se quedara en su departamento hasta las doce o una de la madrugada, cuando al final decidía irse.

—Estaba pensando en Luz y mis padres.

—¿Se las quiere presentar? Dijiste que ni siquiera quisieron conocer a tu otro hijo ¿Cómo crees que tomarán la noticia de saber que tienes otra hija?

—Es diferente, ya se llevaron la decepción con el niño. Además, no vas a comparar a mi princesa con esa otra criatura.

—Matthew —pronunció serio.

Odiaba cuando hablaba de forma despectiva del otro bebé.

—Cuando miren los ojazos de mi muñeca, quedarán enamorados.

—¿Y qué hay de mi? ¿O piensas obviar mi existencia?

—Nop, en eso pensaba. Obviamente ellos no pueden saber que Luz nació de otro hombre.

—¿Entonces?

—Serás Alexa —sonrió.

—¿Pero tú estás tonto? ¿Cómo se te ocurre decir una estupidez así? Además, nadie creería que soy una mujer.

—Claro que sí, por si no lo notaste aún, tienes rasgos muy femeninos. Y ahora que tienes pechos, porque amamantas a Luz, con que te maquilles un poco, pasarás tranquilamente como mujer.

—No haré eso.

—¿Por qué no?

—Porque no soy un travesti ¡Matthew! Tú quieres que yo me vista de mujer ¡Y tú ni siquiera puedes aceptar que eres bisexual!

—Porque a mí no me gustan los hombres —pronunció sin mirarlo, observando su celular—. Sólo tú me atraes.

—Lo que digas —murmuró.

—¿Entonces lo harás?

—Que no, Matthew, no insistas.

—Quiero presentársela a mis padres, para poder darle el apellido a Luz y que ella tenga los mismos derecho que el otro niño.

—Matt.

—La niña tendría seguro médico, piensa en eso.

Alex suspiró y miró hacia arriba, molesto. Sabía que eso sería muy beneficioso para la bebé, pero tener que disfrazarse de mujer... Le resultaba humillante.

—¿Entonces, Alexa? —sonrió divertido.

—Siento que esto es algún tipo de fetiche que tienes —le dijo molesto—. Lo veo en tu mirada burlona, en esa sonrisa estúpida.

—Tengo fantasías, sí, pero esto es pura y exclusivamente por mi hija.

—Eres tan mentiroso, Matthew.

—Es la verdad —rio—. Creo que te tardará bastante en crecer el cabello ¿Qué te parece si encargamos una peluca online?

—Haz lo que quieras —le dijo desinteresado.

***

Una semana después

Abrió la puerta y rodó los ojos al ver a Matthew.

—Creí que vendrías más tarde.

—Así es, pero llegó antes el pedido ¡Ya tengo al peluca!

—¿En serio la compraste?

—Sí, y le pedí a mi amiga que me prestara esto también. Ve y póntela, y pintate un poco.

—Matthew no soy tu maldito payaso.

—Tenemos que hacerlo creíble, Alex, dale, ve.

Suspiró con molestia y tomó la bolsa de papel que el castaño tenía en sus manos.

—Luz está durmiendo en su coche, no la despiertes.

Matthew sonrió divertido y cerró la puerta, viendo como el rubio se iba a su habitación.

Alex sacó lo que había en la bolsa, y observó la película que Matthew había comprado. Era muy larga, bastante exagerada. En la bolsa además había algunos labiales, máscara para la pestañas ¿Y todos esos polvos? ¿Para qué diablos eran?

Suspiró y se ató el cabello con unos brochecitos, colocándose una especie de red luego y después la peluca, siguiendo las instrucciones del empaque. Se observó en el espejo y se la acomodó, hasta que quedara lo más natural posible.

Observó el maquillaje, sin saber que hacer o por donde empezar. Él nunca había visto como se pintaban las mujeres, y su mamá solo usaba labial.

Tomó un labial rojo, pintándose, y luego el rubor, colocándose un poco en las mejillas y la nariz. Observó el lápiz de ojos, y se delineó lo mejor que pudo, maldiciendo las veces que tuvo que corregir la línea para que quedara derecha.

Se observó en el espejo y... Tal vez el idiota tenía razón, con un mejor maquillaje, hasta por mujer podría pasar.

Regresó a la sala y el castaño levantó la cabeza.

—¿Y que tal... Te quedó? —pronunció sorprendido—. Maldita sea.

—¿Qué?

—Te doy y no consejos, mami —sonrió travieso, poniéndose de pie.

—No seas estúpido, Matthew.

—Luz duerme.

—¿Y?

Alex dió un paso hacia atrás cuando el castaño se acercó más a él, teniéndolo en frente. Su respiración se hizo errática al tenerlo cerca de su rostro, abriendo los ojos aturdido.

—En serio quiero hacerlo ahora.

Lo miró a los ojos, sin poder decir nada, con los labios entre abiertos.

—¿En verdad tú no me deseas? ¿No sientes nada, Alex?

Negó con la cabeza torpemente, sin poder dejar ver los ojos verde oliva de él.

—¿Puedo probar si es verdad? —susurró a escasos centímetros de sus labios, sin dejar de mirarlo a los ojos.

...

Papá No Soy Un ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora