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"—N-No.

—¿No? —le preguntó afligido.

—No puedo responderte ahora, vamos... Vamos a dejar que el tiempo lo diga.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Que no estoy seguro de tus sentimientos, Matthew. Prefiero esperar un poco, ver cómo se dan las cosas, y si después de eso aún quieres estar conmigo, lo pensaré bien."

—Meses después—

Finalmente terminaba su día laboral y tendría todo el fin de semana para pasarlo con su hija, ir a pasear, hacer compras, a-

—¿Alexa?

Observó aturdido a la madre de Matthew, sin saber cómo reaccionar. Desde aquella primera presentación, ellos no se habían vuelto a ver hasta ahora. ¿Qué demonios estaban haciendo en la puerta de la casa de Matthew? Él ni siquiera estaba disfrazado de mujer, pero lo había reconocido de todos modos.

—H-Hola, señora.

—Hola —pronunció confundida, sin dejar de mirarlo—. Tú... Luces como un muchacho ahora.

—A-Ah, sí, es que... Pues... M-Me siento más c-cómodo así.

¿Dónde diablos estaba Matthew cuándo lo necesitaba?

—¿Cómo chico?

—S-Sí ¿Quiere pasar? —se apresuró a preguntar, tomando las llaves de su bolso—. De seguro su hijo estará muy feliz de verla.

—Claro, justo estaba por tocar la puerta, cuando te vi llegando.

—Recién regreso del trabajo, pase por favor —sonrió nervioso.

—¿Trabajas? ¿En dónde, Alexa? ¿O prefieres que te llame de otro modo?

—Como a usted más le guste. Y trabajo de cajero en un supermercado —le explicó caminando junto a ella a la sala—. ¿Qué puedo ofrecerle? ¿Algo para beber? ¿Comer?

—Mirá mi amor, ahí llegó... Papi —pronunció sorprendido Matthew al llegar a la sala con la bebé en brazos y ver a Alex y su madre allí.

Su progenitora lo miró curiosa y Matthew observó a Alex, esperando una explicación de lo que estaba ocurriendo.

—Ella estaba en la puerta cuando llegué —pronunció bajo.

—Mamá ¿Qué haces aquí? ¿Qué necesitas? —le inquirió cambiando su expresión por un semblante serio, mientras le daba la bebé a Alex.

—Pasaba a saludarlos, a ver a mi nieta.

El rubio miró confundido a la señora, abrazando a Luz a su pecho. Después de casi siete meses de conocerla, ¿Ahora de la nada quería verla?

—¿Ver a mi hija? —repitió Matthew incrédulo, antes de que una risa cínica se le escapara—. ¿En serio, ma?

—Mira Matt, sé que nos hemos equivocado en muchas cosas con tu padre, pero... Nos hemos dado cuenta que no queremos estar lejos de nuestros nietos, los años se pasan muy rápido, el tiempo no tiene piedad para nadie.

Se giró y miró confundida a Alex.

—¿Tú sabías que él tiene otro hijo, verdad?

—A-Ah sí, lo sabía —pronunció incómodo Alex.

Matthew se pasó una mano por el rostro, con fastidio ya.

—Eso es algo que debemos evaluar primero con Alex. Tú no puedes venir así como si nada a querer ver a Luz. Pero como acabas de decir, hay otra criatura, ve y pasa tiempo con él.

—A Ramsés lo vemos todos los domingos, Matt —le dijo seria—. Hace más de un mes nos pusimos en contacto con él, y... Se parece tanto a ti.

Alex desvió la mirada, y Matthew apretó los puños.

—No me interesa, y ahora te voy a pedir que te vayas, por favor, no estoy de humor para ningún tipo de visita.

—¿No piensas juntar a ambos niños? ¿Que tengan una relación sana de hermanos? ¿Qué sepan de la existencia del otro, Matthew?

—Lo que yo decida hacer con ellos, es problema mío, no tuyo. Mío y de sus madres, ahora vete. En serio no quiero hablar de esto contigo.

El joven rubio suspiró, y se acercó a Matthew, quien suavizó levemente sus rasgos.

—Dame un momento a solas con tu mamá, por favor.

—No creo que sea buena idea —murmuró.

—Confía en mi.

—En ti confío, en ella no —susurró serio.

Alex sonrió y le dió un corto beso en los labios.

—Dame un momento.

—Bien —le dijo antes de dejarlos solos en la sala.

Alex se giró y observó a la señora.

—Luz ya comenzó a decir sus primeras palabras, y dar su primeros pasos también. Ya hasta se pone sola de pie —sonrió, bajando a la niña para que pudiera ver cómo se quedaba parada solita.

—Ella es tan parecida a ti, tan bonita.

—Sí, pero tiene el carácter de su hijo —sonrió divertido.

—La vas a tener bastante difícil entonces —suspiró.

—Tengo muchacha paciencia.

—Se nota, porque para estar con mi hijo, hay que tenerla.

—Matt es un muchacho muy bueno, sé que él quiere aparentar ser rudo, malo, pero es muy bueno, sé porque se lo digo. Llevamos más de medio año viviendo juntos, y no es fácil, no voy a mentir, a veces tenemos días malos, pero intentamos que al final del día, solucionar las cosas como dos adultos.

—Parece que lo quieres mucho.

—Es el padre de mi hija, y un hombre muy importante en mi vida.

—Creo que eres una buena chica, Alexa, espero mi hijo sepa valorarte.

—Estamos bien, no se preocupe —sonrió—. Y a mi... Me gustaría preguntarle algo —le dijo en un tono bajo, acercándose a ella.

—¿Qué cosa?

—¿Cómo se encuentra el bebé? Supe que hace unos meses estuvo internado. Yo intenté que Matthew fuera a verlo, pero como ya pudo ver, él está empecinado en no querer conocer al niño. Creo que presionarlo, sólo hará que lo rechace más.

—Su nombre es Ramsés, nació delicado de los pulmones, y si su madre se descuida un poco con sus cuidados, se enferma rápidamente. Suele contraer infecciones respiratorias, tuvo al menos tres veces pulmonía en lo que lleva de vida.

—Pobrecito —murmuró preocupado—. ¿Y ahora como está?

—Gracias al cielo bien. ¿Te gustaría ver una foto de él.

—Sí, me encantaría.

La mujer tomó su celular, y buscó en su galería unas fotos, antes de enseñarlas a Alex. El muchacho las observó y abrió los ojos sorprendido al ver el parecido que el bebé tenía con Matthew.

—Es muy parecido a Matt.

—Es igual a Matty —sonrió su madre—. Tiene el mismo color de cabello, la misma forma de la nariz, y esa sonrisa pícara de mi hijo. No hay forma de negarlo, es igualito a él.

...

Papá No Soy Un ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora