XLII

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Primavera, y el calor que comenzaba a sentirse parecía verano. ¡Estaba insoportable! Pero lo mejor de todo, lo más tierno de la primavera, era ver a Luz con sus vestiditos.

O bueno, quizás eso no era lo único bueno... ¡¿De dónde diablos había sacado semejante culo?!

Alex se giró al sentir que lo estaban mirando, y matthew desvió la mirada disimuladamente. El rubio frunció el ceño y se acercó con la niña en brazos hasta el otro muchacho.

—Tenla un momento.

—Claro ¿A dónde vas? —le preguntó tomando a la niña.

—A cambiarme de pantalón —pronunció con molestia.

—¿Por qué? Si esos shorts te quedan bien —sonrió divertido el castaño.

—Me di cuenta —le dijo con fastidio, yéndose a la habitación.

Lo observó irse y sonrió travieso. Cómo para no llamar la atención con semejante culo. Cada día más...

—Ey ¿Por qué me miras así? —sonrió viendo el rostro molesto de su hija—. Ya sé que estabas comiendo, no fue mi culpa.

Que tonto eres, papá.

Y es que Alex estaba alimentando a la niña, mientras revisaba una lista en la cocina, viendo que no le faltara anotar nada antes de irse a comprar. Y Matthew no había perdido detalle de cómo estaba vestido.

—Ponla en el coche y vamos —le dijo el rubio llegando a la sala, ya cambiado de otro modo, con una bermuda y camiseta de mangas cortas holgada, que le tapaba el trasero.

—Como digas.

Luz miró a Alex y lloriqueó, sin querer ir al coche, fastidiosa.

—No seas caprichosa, Luz, ni hambre tenías. Sólo querías usar el pezón de chupón —le dijo Matthew mientras le abrochaba el cinturón.

Alex rodó los ojos y lo corrió, poniéndose de cuclillas para estar en frente de la niña y sonreírle.

—Cuando volvamos tomarás todo lo que quieras, amorcito ¿De acuerdo?

Pero la niña no parecía muy convencida, llorisqueando.

—Dale el biberón.

—¿Matthew tú no te ibas ya?

—¿Me estás echando?

—Ajá, tú tienes cosas que hacer y yo también.

—¿Pues como lo ves? Ya cancelé mis planes, me iré con ustedes a hacer compras. Además, tú sólo no podrás con todas las bolsas.

—No, por eso regresaré a casa en un taxi, gracias Matt.

—Es eso ¿O te verás con alguien más?

—¿Perdón? —preguntó antes de reír—. Eso a ti no te importa.

—Estás con mi hija.

—Exacto, Luz es tu hija, pero el-

Matthew le tapó la boca y se acercó a él, teniéndolo tan cerca, que hasta la respiración se le cortó.

—Ten mucho cuidado con lo que vayas a decir.

El rubio frunció el ceño molesto y le quitó la mano.

—¿Quién te crees que eres para hablarme de ese modo?

Lo miró fijo a los ojos, y apoyó su mano sobre la mandíbula de él, tocándole con su pulgar el labio inferior.

—Sé como hacerte cambiar de opinión, Alex, ambos sabemos que sé motivarte muy bien... Y ahora que lo pienso, creo que extraño un poco él "a-ah sí, más, ahí"

—¡E-Estúpido! —exclamó con el rostro completamente rojo, antes de empujarlo—. Vete, largo.

Matthew lo observó y sonrió travieso, observándolo antes de agacharse junto al coche de la bebé y darle un beso en la frente.

—Te amo preciosa. Que tu papi no se acerque a nadie más ¿De acuerdo? Tú llora fuerte si lo hace —murmuró.

Alex negó con la cabeza y abrió la puerta, esperando a que el castaño saliera. Sabía muy que el idiota andaba urgido, pero no se sacaría las ganas con él, no de nuevo. Ya se lo había dejado claro en el pasado, él no volvería a ser su juguete.

...

Papá No Soy Un ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora