XLIX

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Okay Alex, sólo respira profundo, piensa que todo esto es por Luz, por el bien de ella, ten eso en mente. Pensó mientras observaba desde afuera ese enorme edificio.

Matthew lo estaba esperando adentro, ya que él se encontraba en horario laboral y habían acordado el día anterior en que el rubio llegaría con la bebé, y él los recibiría en la puerta, para luego reunirse en la cafetería del edificio con los padres del castaño.

El muchacho le había explicado que allí era el mejor lugar para presentarlos, ya que sus padres no se animarían a armar una escena estando en su propia clínica.

Alex observó a Luz y suspiró, antes de darle un beso en la frente y decidirse a entrar.

Papi, te ves muy nervioso.

—H-Hola.

—Estás preciosa —sonrió divertido Matthew, recibiéndolo en la puerta.

—Estoy nervioso —murmuró.

—Nerviosa, Alexa, estás nerviosa —lo corrigió en un tono bajo, tomando a Luz en brazos para darle varios besos cortos en las mejillas—. Ven, sígueme.

El rubio asintió con la cabeza y lo siguió a su lado. Se había puesto una camisa blanca y una falda negra, llevando un bolso del mismo color, y unos zapatos haciendo juego, sin tacón, porque no sabía caminar con ellos.

Llegaron hasta una gran cafetería, dónde podía verse a varios médicos por allí, y algunas otras personas, que quizás estaban de visita de sus familiares internados.

—Aquellos son mis padres —le advirtió Matthew.

Alex observó a la pareja que estaba sentada en una mesa, y sintió que su presión comenzaba a bajar. Debían tener alrededor de unos cincuenta años, ambos castaños, y serios, mientras hablaban.

—Madre, padre —pronunció Matthew llegando a ellos, captando su atención.

Alex al ver la expresión de ellos dos, se tomó del brazo del castaño, sintiendo que le faltaba el aire.

—Matthew —pronunció su padre con el ceño fruncido—. ¿Qué necesitas?

—Quería presentarles a dos personas importantes para mí, y como al parecer tienen una vida tan ocupada, tuve que hacerlas venir aquí.

—¿Qué quieres decir con todo esto? —le inquirió su madre.

—Ella es Alexa, y nuestra hija Luz.

—¡¿Qué?! ¡¿Otra más?! —exclamó su padre, poniéndose de pie.

Alex los observó con temor y se sintió mareado, escuchando a lo lejos lo que decían.

—M-Matt —susurró, antes de caer al suelo inconsciente.

—Demonios —pronunció el castaño poniéndose de cuclillas junto a él, sosteniendo a la bebé con un de sus brazos—. Alex, diablos.

—Le bajó la presión —le dijo su madre junto al rubio, tomando una de sus muñecas—. Patrick, llévala a una de las habitaciones —le pidió a uno de los enfermeros que se había acercado.

—Iré con ella —pronunció Matthew reincorporándose.

—No, antes debemos hablar —sentenció su padre serio.

***

No había querido desayunar porque estaba tan nervioso, que imaginó que terminaría vomitando. Pero no, terminó desmayado en medio de la cafetería. Que patético era.

—Matt, lo siento —murmuró al momento de abrir los ojos, y ver al castaño allí.

—¿Estás mejor?

—Me duele la cabeza y me siento débil.

—Ya pedí que te trajeran algo para que desayunes, tienes el azúcar muy bajo.

—¿Y Luz?

—Durmiendo, después de hacer un escándalo —sonrió—. Lloró hasta que no le quedó más que tomar el biberón y dormirse.

—Pobrecita mi bebé.

—Ella está bien, descuida.

—¿Y tus papás?

—Pues —suspiró—... Furiosos, pero después de decirle lo mismo que tú le dijiste a tus papás, se calmaron un poco.

—¿Qué cosa?

—Que éramos pareja.

—Ah —murmuró cerrando los ojos.

—Y que nos íbamos a casar.

—¡¿Qué?! —exclamó abriendo los ojos, atónito.

—Ajá, se pusieron como locos al saber que tenía otro hijo sin estar casado, y me dijeron que dentro de la cláusula donde me heredeban la casa, está el no tener hijos hasta terminar la carrera o estar casado.

—¿Pero que tiene que ver eso?

—Que si no lo hacemos, me quitan la casa, Alex.

—P-Pero...

—No estamos en condición de oponernos, al menos no ahora. ¿A dónde iríamos con la bebé?

—Pero yo no quiero casarme —le dijo aún aturdido.

—Yo tampoco quiero, pero no hace falta que se entere nadie más. Nos casamos por civil, y cada uno sigue haciendo su vida por su lado. Y cuando me reciba, nos divorciamos.

—¿Estás seguro que eso funcionará?

—Ajá, ellos lo único que quieren es no perder la casa que me dieron, nada más.

—¿Y por qué la perderías?

—Por una demanda podría perderla, y tiene un gran valor sentimental para ellos.

—Pero yo no te demandarían ¿No le dijiste eso a tus papás? ¿No les explicaste que no soy como la madre de tu otro hijo?

—Sí, pero ellos dicen que una "mujer" despechada es capaz de cualquier cosa. Y cómo no confían en mí, y creen que voy a engañarte, temen que por venganza tú decidas sacarme la casa.

—Es una estupidez, se armaron una película en cuestión de segundos. Ni siquiera me conocen —pronunció consternado el rubio—. Al final quedé como un loco histérico caza fortunas.

—Y yo como un maldito infiel irresponsable. ¿Pero a quién le importa la opinión personal de mis padres? Mientras podamos conservar la casa hasta conseguir algo mejor, le daremos la razón. No tenemos otra opción tampoco, Alex.

...

Papá No Soy Un ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora