CAPÍTULO 10/2

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✧✧ Escuadrón Alfa: Fase II✧✧

Venus

Algo salió mal, o alguien no mató a unos de los vigilantes y ese activó alguna alarma «No puede ser». O tal vez la bóveda tiene algún sistema detector de movimiento que se activa cuando están por salir del lugar sin mover algunos controles antes de tomar cualquier cosa de las que resguardan aquí. Ahora todo arde en llamas.

«El fuego»

Mi subconsciente me regaña mentalmente, pero no es mi jodida culpa, no soy adivina para saber que la bóveda es más segura de lo que pensé. Debimos revisar antes de tocar.

Un error tan estúpido.

Las piernas me arden por la velocidad que llevo atravesando los pasillos; corriendo lo más rápido que puedo, sin detenerme a ver nada. El maldito gas comienza a salir por todos lados, sigo corriendo sin detenerme «Si lo llego a oler, será una desgracia».

Julián corre delante de mí, con todas sus fuerzas, a toda velocidad, gritándome que siga y mire por donde piso.

En vez de ir pendiente de él, también se preocupa de que le siga el paso, pese a que el camino se siente eterno, como si se hubiera alargado durante los minutos que estuvimos ahí. Voy sudando, agitada y con la presión arterial alterada.

Cuando siento que no lo lograremos...

Las escaleras aparecen, subo los escalones de dos en dos aunque las piernas me ardan. Todo sea por salir de aquí.

Los demás ya deben estar saliendo. Debo apresurarme si no quiero quedarme atrapada y morir como una estúpida que no se dio cuenta de algo tan simple. Se supone que estudié sobre bóvedas, no soy tan experta, pero eso no era complicado de ver. Pero ya no hay tiempo para regañarme, aún no termino la misión.

La sala principal aparece en mi campo de visión y sigo corriendo, aunque la respiración esté por dejarme con los pulmones en la mano, a causa del retumbe que siento en el pecho.

«Corre, ¡CORRE!»

Las puertas traseras están abiertas, me apresuro y salgo rápido. Tomando varias bocanadas de aire, buscando recomponerme lo más rápido posible, es necesario. Los del resto del escuadrón, están subiendo los bolsos, sin detenerse o perder el tiempo.

Con una horrible punzada en la frente, reviso el brazalete que me muestra los autos enemigos que están llegando por la entrada.

Debo hacer algo, no pueden emboscarnos en territorio enemigo, eso sería una tragedia que no estoy dispuesta a pasar. Mi mente trabaja rápido, presa del ajetreo que tienen los latidos de mi corazón, las manos me pican pero me muevo rápido, terminando de pensar lo que debo hacer.

Tomo dos ametralladoras y dos rifles, entregándole las armas a los que me llevaré.

—¡Kilian y Fátima, vengan conmigo! —les grito antes de ordenarle lo mismo a otros dos.

Los pongo al tanto de lo que haremos, le pido a Julián y a Dan que se lleven los autos. El objetivo es que salgan primero, es lo primordial «No pueden emboscarlos». Recibo varias bombas, me las guardo en el bolso que me llevo antes de avanzar a pasos rápidos. El plan ya lo tracé, sólo me queda ponerlo en marcha.

En el garaje trasero hay motocicletas y autos deportivos. Busco la manera de abrir dos y por suerte sé manejar el sistema de reconocimiento que tienen. Con Kilian y Fátima, subo a un Porsche, lo pongo en marcha tomando el sendero de un lado de la casa el cual me manda a salir por la entrada que se están tomando varias camionetas negras.

Esto es un acto suicida, pero no me queda de otra, hacerlo por mi cuenta sería cerciorarme de que funcione. No dejaré esto en manos de alguien más pudiendo hacerlo yo misma.

APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora