CAPÍTULO 15

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✧✧ Sigue ✧✧

Venus

Mis pies tocan el suave césped del sendero por donde avanzo en busca de ese punto exacto que suelo ver siempre que vuelvo al mismo sitio, la luz de la luna es lo único que me da visibilidad, no tengo miedo a la oscuridad, pero en momentos como estos necesito saber si voy por el camino correcto.

Los grandes árboles se mueven con la brisa fría que sopla helándome la piel, me abrazo a mí misma, en busca de calor, apresurando el paso, pero no es fácil cuando estás caminando descalza y solo vistes una bata blanca que no te cubre muy bien.

La espesa neblina empieza a cubrir el ambiente así que echo andar más rápido deteniéndome detrás de un arbusto enorme desde donde puedo divisar lo que tanto busco, doy dos pasos, cruzando la alambrada que rodea el jardín, pero me detengo al pisar la carretera de asfalto...

El pecho se me agita con la respiración entre cortada que empeora cada segundo que intento abrir bien los ojos, desorientada...

—¿Teniendo pesadillas?

Mi mente sigue en el insomnio, pero mi cuerpo reacciona perfectamente a las caricias trazadas en mi antebrazo.

Mierda. El Alpha está sentado a mi lado, no lleva camisa y tampoco pantalón.  Solo un mero bóxer.

Agitada, me siento de un golpe en la cama y eso lo interpreta como una invitación a irse contra mí. No lo detengo. Batallo con su boca en la mía y cuando se prende de mi cuello provecho a jadear.

Como una loca, me las apaño para ver su pecho y olerlo. No huele a mujeres, tampoco tiene chupetes o rastros de algo...

Hace de las suyas y estoy tan mojada que no es difícil que entre en mí.
La ola de calor que me moja la entrepierna con cada embate bestial que me proporciona dejando que su miembro entre con una fuerza sorprendente; extendiendo mis paredes y erizándome los vellos de la nuca.

Mis manos reaccionan por completo, pero mis sentidos siguen algo adormilados, aunque mis hormonas ya estén hirviendo con los jadeos roncos que salen de la boca del hombre que tengo encima dándome con una brutalidad que no hace más que mojarme y sacarme jadeos, dejándome llevar y aterrizar del sueño en donde estaba.

No puede ser que le corresponda, así como si nada. En otro caso ya estaría reaccionando en modo asesina. ¿Qué me pasa? Esto no está bien.

—¿Te gusta?

Su palma se cierra en mi nuca, llenándome del calor que desprende su cuerpo, volviéndome una hoguera cuando me calibra al compás de sus embates, alzo la pelvis buscando más placer, se medio levanta subiendo mis piernas sobre sus hombros, abrazando mis muslos con los brazos. Debo aferrarme a las suaves sábanas, soportando la penetración deliciosa que toca ese punto exacto que manda esas sensaciones inexplicables y....

—Herodes...—su nombre sale de mis labios con el bajón que me arranca todo tipo de negación a lo que está haciendo.

Sigue arremetiendo, dando círculos abrumadores que ponen mi corazón a bombear aún más, la piel me arde añorando sus manos, está tan concentrado dándome y mi cuerpo tan extasiado que así no logro articular nada que no sea palabras sucias y pedirle más y más. Encantada al sentir como entra y sale, apretándose con mi lubricada entrada.

—Dios... sí, así— jadeo, apretando los labios, conteniendo las ganas de gritar.

La poca luz que se filtra de la ventana me deja ver su imponente figura sobre mí, el cabello pegado a la frente por el calor que lo envuelve, los labios entreabiertos, soltado gruñidos roncos que son como melodía para mojar bragas. Su fragancia es tan adictiva que podría decir que no me la saco de la cabeza cada que lo tengo cerca y puedo oler su loción costosa.

APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora