CAPÍTULO 14

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✧✧ Odioso ✧✧

Venus

Pues, no follé porque desde que salimos del hotel, recibió una llamada que al parecer le esfumó las ganas que supongo tenía y ahora solo tiene un genio horrible y por ello nadie se le acerca. Parece que está a punto de incendiar un continente con la expresión de ira y desacuerdo que muestra mientras habla por teléfono, manteniéndose alejado de su jet.

Estamos en una pista de despegue, esperando por el hombre que sigue caminando de aquí para allá. Solo escucho como suelta amenazas en ruso.

Se escucha tan sexy hablando otros idiomas.

Me mantengo recostada en la puerta de una de las camionetas, en la mano tengo el maletín que me había entregado Giovanny y que mágicamente tenía el pelinegro.

No sé a dónde iremos, pero ha de ser a algún encuentro importante ya que la ropa que encontré en su habitación: es de la típica que uso para mi trabajo; vaqueros negros, botines altos (casi siempre son botas trenzadas, pero esta vez no), camisa de tirantes y chaqueta de cuero, en uno de los costados del torso tengo un arma y otra en la correa del muslo izquierdo.

Los guardaespaldas están en puntos específicos, algunos esperando en frente del jet, siempre son los mismos de confianza; no los conozco o siguiera sus nombres, pero no me preocupo, estoy básicamente a cargo antes de Dan quien también está aquí, Mario tal vez está en otro lado o no sé.

Reviso la tableta que muestra la localización del escuadrón alfa, aún siguen en el hotel, hasta mañana en la mañana.

—¡En sus posiciones! —aviso cuando se acerca a pasos apresurados, sube al jet ignorando todo, organizo a los hombres y subimos de últimos.

Me quedo en la cabina principal, tomo asiento y por suerte el malhumorado está en la privada.

Las horas restantes del viaje, me mantengo revisando la información que tengo en el maletín, no es muy compleja, así que trato de que todo se grabe en mi fotocopiadora mental. Aunque no es fácil cuando tienes unas ganas enormes por estar sobre el hombre que tal vez sigue botando humos por todos lados, sigue en la cabina privada y nadie ha tomado valentía de ir a ver si está con vida o murió de una sobre carga de ira.

Tal vez nadie quiere acercarse cuando está en ese estado, son preventivos y ya conocen lo que le gusta y no.

La azafata me entrega un jugo y agradezco; es muy linda, aunque eso atrae la mirada cochina de casi todos los sujetos que tengo a los lados, me miran de vez en vez, pero prefiero concentrarme en la tableta que tengo en una mano.

Duermo por unos minutos, aunque básicamente no es mucho lo que descanso.

Guardo todo en el maletín antes de bajar, no sé qué hacemos en Venecia, pero aquí estamos y me preparo cuando el pelinegro sube a una de las camionetas, me deslizo en el asiento de copiloto y me pongo en contacto con los demás autos por el intercomunicador. No quiero pero la ansiedad por verlo me están matando y me muerdo el labio para intentar no mirarlo por el espejo retrovisor, aunque no creo que me lo permita, está más inclinado hacia el piloto.

La tableta me muestra lo agendado para hoy y evito no mirar al asiento detrás cuando recién me fijo lo que haremos. Preparo todo y de la cartera saco un labial, aplicándome una pequeña cantidad sobre mis labios.

Casi media hora de camino por un bosque desierto y lleno de inmensos árboles, el sol brilla con intensidad y a los alrededores, no se ve ninguna otra propiedad. Sigo con los ojos en frente, hasta que el auto frena en frente de un enorme portón de madera. Tres sujetos salen y no hace falta bajar el vidrio para que vean quién es, ellos ya lo saben y por eso nos dan paso de inmediato.

APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora