CAPÍTULO 21

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✧✧ Mercenarios ✧✧

Venus

No puedo decir que no disfruto de esta vida llena de adrenalina, peligros y retos. Sin duda alguna es lo que más me gusta; vivir al límite, ponerme a prueba en cada confrontación, misión o combate. Demostrarme que puedo con esto y mucho más. Que los límites solo están cuando piensas que no puedes atravesar cualquier circunstancia que la vida te ponga.

A mí me puso esta y la voy atravesar porque sé que puedo.

El campamento es amplio, en todos lados yacen hombres con armas mientras que otros se encargan de traer niños y enseñarles a matar. Es algo normal en estos lados, y creo que sé de dónde la organización sacó la idea o, mejor dicho; la familia Blackwood.

Esto es crueldad pura. Les gritan sin ningún tipo de piedad, los golpean si se resisten o simplemente para hacerles la vida imposible. Intento no mirar, he visto muchas cosas en este mundo, pero nunca me será fácil ver cómo esclavizan a un niño inocente que no tiene porqué pasar por esto.

En La Fortaleza la preparación es más cruel; no solo enseñan a matar, se les enseña a hablar diferentes idiomas, ensamblar armas y diferenciarlas, el arte de la seducción y espionaje, además que te vuelven un mercenario con muchos tipos de conocimientos «Armas letales»

Me mantengo sentada debajo de un árbol, dejando que Helen me hable sobre lo pesado del clima, el calor es horrible, en la fortaleza pasaba tiempo en el campo, pero podía respirar cuando entraba a ducharme, siempre y cuando terminara con mis deberes.

Llegamos hace unas horas. Ya anocheció. Los matones que rondan empiezan a encender fogatas y a traer mujeres que preparan mesas con ron y pan, arman un sitio en donde ponen a azar un cerdo grande. Mario está hablando con Adil y los demás alfas se mantienen dispersos, hablando o dejando que los Pakistanís les muestren como se adoctrina aquí.

—¿En serio te enfrentarás a uno de ellos?—me pregunta Helen.

Me encojo de hombros, espantando los mosquitos que amenazan con extraerme toda la sangre.

—No deben conocer ni una cuarta parte del combate que usamos nosotros —aseguro.

—Solo trata de no matar a nadie...

—Tranquila. Sé lo que haré.

Yasmín se nos acerca con el cabello húmedo y acomodándose el cinturón del pantalón.

—Disculpen la tardanza, Kilian me llevó a la cascada y no quería salirme.

—Di que follaron y por eso tardaste, ¿Para qué tanto rodeo? —la molesta.

—Porque no siempre debo confesar eso. Se supone que es algo íntimo, y aunque sea fortuito, lo sigue siendo —se defiende.

Me sigo espantando los mosquitos, tengo camisa mangas largas, pero aun así me atacan.

—¡Assss! Los mosquitos me están matando —me levanto, sacudiendo los brazos.

—No seas mala, dales de comer, tal vez no les guste la sangre de los de aquí, al parecer no se bañan —susurra Helen, haciendo reír a la pelinegra.

Sacudo la cabeza reprendiéndola con la mirada.

—Habla bajito si no quieres que te peguen un tiro.

—¡Ay yaaaaa!... que falta de humor, Venus —rueda los ojos.

—Falta de sexo. Volverá a ser virgen de aquí que Julián pueda estar con nosotros —bromea Yasmín.

—Recurriré a mis dedos para que eso no suceda —me uno a bromear.

APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora