CAPÍTULO 27

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✧✧ Cursi ✧✧

Venus

El domingo pasé mucha vergüenza, sí, y mi jefe me dijo que me costaría bien caro, y ahora me arrepiento de haberle dado una bofetada y casi inundarle el departamento en Kiev.

Todo eso lo disfruté, pero ahora la estoy pagando. Estoy desde la mañana aquí en su estudio. Regresamos el mismo domingo y ya hoy es martes, no he parado de trabajar, organizar y analizar las miles de carpetas y archivos sobre una cadena hotelera que recién compró. Le falta filmar algunos contratos y, por ende, tuvo que viajar con sus hombres de confianza y algunos de los alfas.

A excepción de Mario que se quedó aquí, ayudándome.

Eso significa que estoy a cargo de su casa y estar al pendiente de todo mientras regresa. Por suerte no ha venido ningún integrante de su familia. Tengo entendido que Jayden, Amber y Megan están en Miami al igual que Lucinda, pero los demás no han aparecido hasta ahora, y lo prefiero así.

—Ahora vuelvo, iré al baño —me avisa Helen.

Me detengo por unos segundos, me duele la cabeza y no tengo ánimos de salir a buscar una pastilla.

Me quedo observando la pecera que instalaron y definitivamente el Alpha no mentía al decir que tiene pirañas. Son unos peces horribles. No sé con qué los alimenta, tal vez con carne de algún animal o prefiere matar a sus enemigos y dárselos de comer.

Pobres las empleadas que tengan que encargarse del mantenimiento.

Mario entra con dos vasos de jugo. Más atrás viene una empleada con dos charolas con el almuerzo, y eso es lo que estaba esperando, muero de hambre desde hace una hora.

—¿Cómo vas? —me ofrece un vaso.

Le doy un sorbo al jugo, dejando que mi garganta se refresque.

—Bien, más cansada que viva, pero bien.

—Así es la vida del mercenario de una organización. Imagínate que yo llevo tres años aquí, y cada vez es más trabajo —me ofrece la charola con mi comida.

Lo siento menos estricto, no sé si solo son ideas mías.

—Gracias, no conocía esta faceta de ti; tan amable y platicador, ya sabes...

Sonríe, por mi comentario.

—Me agradas, Venus, agradece que no te trato como a los demás, estamos casi en la misma escala, así que debemos convivir más a menudo —comienza a comer de su comida.

—Por eso lo digo, eres algo estricto con los demás, muchas veces llegué a pensar que serías un grano en el trasero, dando órdenes y sin ayudarnos en nada —comento.

—Antes lo era, pero porque las traiciones eran más continuas en el personal de seguridad, entonces tenía que tomar medidas drásticas.

Me lleno la boca de los vegetales que completan el filete.

—Entiendo, o sea que ¿No te preparaste en Pakistán? —le pregunto.

Mastica lo que tiene en la boca y lo pasa con agua antes de negar.

—¿Cómo te preparaste? Tengo entendido que estabas en la milicia, ¿Por qué cambiaste de bando? —indago.

«Modo chismosa activado»

—Muchas preguntas que no puedo ni debo responder, solo te diré una cosa,— deja el plato de lado— A las chismosas no les va bien en este mundo.

Paso la comida, sin dejarlo de mirarlo con suspicacia.

APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora