Extra 2: Chocolate

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✧✧ Chocolate✧✧

Yasmín

¿Qué es lo que más me gusta de mi vida?:

La montaña de color chocolate, piel suave, sonrisa perfecta, cabello negro, ojos oscuros, tatuaje en el muslo derecho, pectorales y brazos, viste solo shorts deportivos y una gorra para el candente sol que toma desde que se mantiene corriendo unos metros lejos de la casa, aprovechando el descanso que le tocó.

«Kilian Gill», este man es sabrosamente sexy y provocativo, parece una gran barra de chocolate la cual ves y te provoca tantas cosas sucias por querer hacerle.

Llevo un par de minutos mirándolo desde la sombra de un árbol, hace calor, recién me tocó mi descanso y no perdí tiempo en otra cosa que no fuera venir a ver qué hacía porque tengo una extraña adicción por estar cerca de él. Me siento extraña, vacía y más sola que nunca. Solo él, Helen y Venus pueden hacerme sentir diferente. La última no sé cómo está, hace casi dos semanas que no sé sobre ella, Mario no me da noticias y preguntarle ya no puedo porque anda lidiado con los Blackwood.

—No creí que me gustara el acoso, pero el tuyo no me molesta —se me acerca, limpiándose el sudor de la frente con el dorso de la mano «Es tan grande, no puedo dejar de mirarlo»— ¿Yasmín?...

—¿Ah?— espabilo, parpadeando dos veces.

Se ríe divertido.

—A veces me preocupa cuando te quedas como en el limbo.

—Pensaba algo —respondo con simpleza.

Se me acerca, tomándome de la cintura, y solo el contacto de sus dedos me causa una convulsión interna que odio porque es nueva, se siente tortuosa y no sé cómo llevarla.

—¿Ah, sí?.

Asiento despacio hasta que siento algo duro tocar mi abdomen. «Diosito, sígueme dando fuerzas para soportar la bazuca de carne».

—Sí...— mi voz sale inaudible.

—¿Qué pensabas?

—En lo bien que me siento cerca de ti.

No hay arrepentimientos en esa frase porque sus labios no me dan tiempo de pensar cuando me besa despacio. Sus manos presionan mi cintura, dejo las míqs sobre sus hombros desnudos y no me asquea el sudor, puede estar lleno de tierra, de sangre como muchas veces, y aún así me prendería.

—¿Qué sé sabe de, Venus?

Acaricio su nuca y suspiro.

—Mario no me dice nada, pero según el jefe llega mañana.

Se aparta un momento, se va por su camisa y regresa. Lo veo tan agitado que recién recuerdo la botella de agua que traje, la tomo del suelo y se la ofrezco.

—Siempre cuidando de mi hidratación— sonríe.

—El agua es importante y creo que a veces te olvidas de ella.

Da varios sorbos, mirando el paisaje y yo sus facciones.

—Tal vez sea porque en mi país no es muy abundante, siempre solía pasar sed, me acostumbré a solo tomar la necesaria— responde tranquilo— O así lo recuerdo.

—Pero ya puedes beber la que quieras, no tienes excusas para estar deshidratado— palmeo su brazo y me mira inexpresivo como siempre.

—Te tengo a ti para recordarme muchas cosas.

Me muerdo el labio, conteniendo la sonrisa que quiere escapar.

—Tomaré eso como un: eres importante en mi vida— comento y me siento estúpida al instante— Es decir... porque te recuerdo que debes tomar agua, comer y.... Olvídalo.

APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora