CAPÍTULO 37

130K 8.9K 6.2K
                                    

✧✧Disfrutando del placer✧✧

Herodes

Ya cerrado el trato de África puedo respirar con más tranquilidad y quitarme un gran peso de encima.

Sin embargo, no tengo ni un solo momento de descanso en las horas que paso en el jet. No me queda de otra que atender varios asuntos importantes, eso sin dejar de mirar a la mujer que se quedó dormida en el sofá de en frente como si no hubiera una cama también.

Mantiene un brazo cubriéndole los ojos y el otro sobre el abdomen. No dejo de mirar sus rosados labios y la forma tan delicada de sus facciones. Lleva puesta una de esas camisas de tirantes que tanto detesto porque puedo ver más piel y me dan más ganas de mirarle las tetas; son redondas, pero no tan exageradas, eso me gusta, que no aparente tener ningún tipo de cirugías porque sus atributos son naturales y su trasero aún más.

Me siguen hablando al otro lado del teléfono, pero es poca la atención que presto y todo por estar queriendo sentir la sensación de mis dedos dentro del coño de la pelirroja que comienza a quejarse, moviéndose despacio como si estuviera teniendo un mal sueño que yo tengo la necesidad de alejar ya que me pongo de pie dando por terminada la llamada.

Me acerco y la vuelvo a mirar antes de acuclillarme, apoyando los codos en las rodillas.

—Herodes...—musita casi en un susurro poco entendible, sacándome una sonrisa perversa.

«Al parecer todos sus sueños son relacionados conmigo»

Sigue musitando mi nombre mientras se mueve y llevo la mano hasta sus labios, acaricio lentamente disfrutando de la fricción que provee la resequedad que los cubre y me hace inclinarme a pasarle la lengua varias veces consiguiendo que se mojen y vuelvan a esa textura tan provocativa que suele tener cuando ella se los relame en un intento por provocarme.

Su sabor es algo peculiar y suave, ese que despierta mi sed por besarla, pero no controlo las manos y termino tocando su cuello, bajando hasta los pechos y sacando uno, deleitándome de su sabor con lametazos y chupetones que la hacen moverse más, pero se queda quieta con el descenso de mi mano palpando su abdomen marcado a pesar de que come como desquiciada.

Su piel el suave y cumple con las necesidades que quiere sentir la mía que por mucho frío que haga en la cabina, ya siento el calor absorbiendo el fresco, y trayendo esa presión calurosa cuando despunto el vaquero, adentrando la mano por su pelvis hasta llegar al comienzo de los pliegues; es tan calidad y suave, rica y provocativa.

—No sabes lo mal que me pone esta pequeña vagina —muerdo el pezón, rápidamente se endurece bajo el agarre de mis dientes y la caricia empleada por mi mojada lengua— Eres solo mía...

Froto dejando que mis dedos jueguen sobre sus pliegues, cuando siento que se lubrica, paso a tocar el botón rosado que tanto le gusta a mi garganta.

Mis dedos se empapen de la humedad que hace contacto al penetrarla y comenzar con los círculos sutiles que me arrojan a sentir ganas; me gusta tocarla y mirar los gestos que forma su rostro a pesar de estar dormida. Poco a poco, abre los labios, respirando agita, sacando pequeños jadeos acompañados de frases son sentido, solo entiendo una y esa ya es más que suficiente para avivarme.

Aprovecho para besarla, logrando que se vaya despertando y confundide me tome de los hombros.

—Herodes, ¿Qué haces?

Su voz adormilada me la pone más dura pero no ceso la masturbación que la hace jadear y encoger las piernas, buscando más profundidad, dejándose caer en el efecto que deja su cuerpo a mi merced.

—Espera... —se sujeta de la tela de mi camisa, aferrándome más a no dejar de sentir la piel de su canal y lo mojadita que está— Mierda... no te detengas, sigue...

APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora