CAPÍTULO 36

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✧✧Consecuencias ✧✧

Venus

Kiev, sábado 08 de mayo del 2021.

Bien elaborado, poderoso y resaltante: son unas de las pocas palabras que se me ocurren para describir el elemento que sacaron de las cajas y ahora está estratégicamente ordenado en una parte de la fábrica búnker. El azul es algo que no se puede pasar desapercibido, brilla de manera extraordinaria.

Llegamos ayer, después de entregar la mercancía, y hasta ahora seguimos aquí, supuestamente porque tendremos una misión de la cual aún Mario no me pone al tanto y debe ser porque el Alpha debe seguir en África y sin su consentimiento no se puede hacer nada.

Obligo a mi cabeza a centrarse en lo que hago y no a pensar en lo que no beso, solo me torturaría a mí misma. Debo aprovechar que estoy aquí y despejar mi mente.

Puedo parecer una acosadora, pero tengo mis necesidades, aunque por orden y amenazas deba abstenerme. Aun así, no dejo de reparar el trasero redondo, los brazos llenos de tatuajes y la forma en que le quedan los guantes, la camisa ceñida y los lentes «Julián», Llevo horas mirándolo con disimulo, está liado de trabajo y no puedo decir lo contrario de mí; Tengo que armar una bazuca y un cañón compacto, aparte, revisar unas partes.

Pero la tarea se me hace cada vez más tardía por estar pensando en cómo bajaré mi calentura. Debo terminar aquí, pero mi atención no se aparta del moreno de ojos verdes que se voltea, dándose de cuenta que lo estoy viendo como una acosadora sexual.

Se mantiene en la misma área que Mario y dos sujetos más. Todos son aprendices del primero y por ende, deben tener su atención en lo que les explica a medida que diseñan armas nuevas.

Reviso el cañón de la bazuca, me hace falta una llave para ajustar varias tuercas. Debo moverme a la mesa ocupada por dos mujeres que ordenan todo, dejando que los trabajadores las vean y las traten como lo que son mientras están aquí «Juguetes para el disfrute sexual y visual» o mejor dicho, inspiración.

No niego que me ven igual que a ellas. Son hombres y no hacen el más mínimo intento por pasarme desapercibida, sin embargo, no les presto atención porque si lo hago, solo terminaré encargándome de desaparecer varios cuerpos y limpiar el desastre que cause.

Tomo una bocana de aire.

Recojo lo que necesito, hago un pequeño repaso y estoy por devolverme a la mesa, pero me doy cuenta que me faltan piezas que había dejado aquí. Busco debajo de la mesa, sobre la silla de al lado y de nuevo sobre la mesa, pero no hallo nada y comienzo a despotricar y maldecir a la torpeza cuando no recuerdo si estaban aquí o no las tomé de la caja cuando saqué las demás.

«Doble trabajo: buscar y atrasarte».

Busco la caja, pero tampoco las encuentro, opto por preguntarle a las mujeres que organizan todo, pero me ignoran, fingiendo que están muy ocupadas organizando una de las mesas. Siguen hablando entre ellas, parloteando cosas que no me importan, pero si me desesperan.

—¿Me están escuchando? — siento la cabeza palpitándome y para colmo, me ignoran. No conozco la paciencia, sé perderla, pero no conservarla— ¡¿Están sordas o se hacen?!

Se vuelven hacia mí, con rostros llenos de desagrado y desprecio, fingiendo incredulidad y desconcierto.

—Tal vez la olvidaste en otro lado y no lo recuerdas por estar mirando a Julián en vez de terminar de armar lo que te ordenaron— me habla la albina, riéndose.

Alzo una ceja, apretando los puños a los costados.

—Creo que ni siquiera sabe armar ambas cosas en menos de una hora, lleva dos en eso.—se burla la otra.

APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora