CAPÍTULO 38

119K 8.7K 4.4K
                                    

✧✧Jugando con fuego✧✧

Herodes

Al parecer estoy con una persona que nunca en su vida había experimentado lo que se siente estar en plan de descanso, porque se me adelanta y deduzco que se va a la cubierta del yate.

Estamos solo nosotros dos, además de dos tripulantes encargados de la comida y la limpieza. Organizo todo antes de irme en su búsqueda, en el borde jacuzzi, se saca las zapatillas y reparo su trasero cuando entra al agua y mueve la mano, invitándome a que haga lo mismo y no dudo ni lo pienso dos veces.

Tengo un dolor insoportable en los testículos, necesito que el agua me calme la calentura que incrementa con la vista que tengo en frente; ella esparciendo agua por sus hombros y pecho, sin dejar de mirar alrededor, la vista tan exótica que nos rodea de mar, montañas y cielo despejado.

Mis músculos de relajan bajo el agua, recordando el largo tiempo que tenía sin hacer algo así, no solo yo, ella está en las mismas, posando sus ojos sobre mí, tentándome.

—Te seré sincera al decirte que me gusta estar aquí en plan de descanso —se acerca, despacio, atando su cabello, sin dejar ningún mechón suelto— Este yate es magnífico. Muy bien podría ser un crucero, es gigante.

—Mientras más espacioso, mejor. Me gusta la comodidad —veo sus tetas.

Ese traje de baño le queda muy bien.

—¿A cuántas has traído aquí en plan de amantes disfrutando de un descanso? ¿O solo a tu novia?

—Unas 20 mujeres —contesto con arrogancia— Tu eres la 21.

Enarca una ceja.

—Vaya, no me sorprende, tu cara grita lo promiscuo y Playboy que eres —se regresa al otro extremo, molesta—. Asco, estoy bañándome en donde se metieron 20 vaginas más. Estoy corriendo el riesgo de contraer una enfermedad en la piel.

—¿Celos?

Deja los brazos en el borde, mirándome con suficiencia.

—No ¿Sabes por qué? —alardea— Porque ninguna de esas ha hecho ni la cuarta parte de lo que yo...

Suelto una carcajada ronca y burlona.

—Tan soberbia y arrogante, Adler ¿Qué te garantiza eso?

—Tu sabrás.

Mi cabeza se imagina miles de cosas que puedo hacerle y no me contengo, la atraigo hacia mí, dejando que siente en el borde antes de deshacerme de la prenda que cubre su entrepierna. Los dedos los paseo por sus muslos y esta tan rica que ansío pasar la lengua por ese exquisitez que tiene.

—Yupii, seré la número 21 en follar aquí contigo —comenta con desprecio—. Se siente horrible, Herodes.

Ruedo los ojos.

—¿Puedes dejar el sarcasmo? —me levanto, tomándola del mentón, batallando con su lado mimado.

—No.

—Eres la primera que está aquí conmigo. Este yate es nuevo. Además, —la tomo del cabello para que me miré aunque se resista— No debería estarte dando explicaciones.

—¿No? —me aparta y busca irse, pero la tomo entre brazos— Suéltame.

—¿Quieres que te lance al mar y dejé que con suerte te coma un tiburón? Deja los caprichos y celos.

—No son celos. Simplemente es...

—Mejor no hablemos de ligues, putas o sumisas. No vinimos para eso.

APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora