CAPÍTULO 47

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✧✧Secretos✧✧

Venus

Hace unas horas pude haber matado a Herodes, sin embargo, me contuve solo porque no podía quedarme con las ganas que tenía desde que me dejó encerrada, aparte de que no podía ser impredecible y cometer una locura.

¿Tuvimos un rato de placer y chiqui chiqui? ¡NO! Vuelvo a repetir: No lo dejé tocarme o cogerme. Estoy verdaderamente molesta con él por su actitud de maldito. Que se masturbe si se le da la gana. Si intenta tocarme lo voy a ahorcar.

Y yo seguía con la zozobra de la fiebre que me dio y el dolor en la pierna, aparte de que me estaba muriendo de hambre y si veía doble, era poquito para lo mal que me sentía por su culpa.

Uno de los mejores momentos de mi vida es justamente este en el que estoy disfrutando de un desayuno exquisito para mi solita. Son las 7 de la mañana, el Alpha se fue hace una hora y me dejó aquí sola, con la diferencia de que no estoy encerrada y debo esperar que Dan venga por mí.

La señora llegó hace unos minutos, se encarga de la limpieza, aunque no lo veo necesario, nadie vive aquí y mi jefe viene solo cuando le da la gana. No es como si la soledad fuese a ensuciar el lugar.

Debería agradecerle por cuidarme. ¿Le pregunto su nombre?

El departamento es grande, moderno, lujoso. Siempre a la altura de un hombre poderoso, aunque nada se compara con su casa, eso sí es una construcción de millones de dólares; con dos piscinas, hipódromo, Gimnasio, cancha de tenis, fútbol, una sala de cine... Y muchas cosas más que cualquier anhelaría para su casa de ensueño.

A parte de una casa, Herodes, siempre tiene un departamento en la misma ciudad como en Kiev, tal vez sea por más privacidad o simplemente porque su fortuna es inagotable y puede tener lo que se le antoje como los autos que tiene en sus garajes y que casi nunca conduce porque prefiere salir escoltado.

Sorbo lo que queda de jugo en el vaso, la empleada recoge todo sin dejar de mirarme como si fuese un fantasma o algo parecido. Es una mujer baja, piel bronceada, cabello castaño con algunas canas y de talla robusta.

—¿Desea algo más?

Niego. Termina de recoger todo y quedo sola por un rato hasta que Dan llega con una bolsa que me entrega dejándome claro que tenemos trabajo por hacer y no podemos tardarnos.

Uso una de las habitaciones normales, me ducho y me visto con la ropa; vaqueros, camisa mangas cortas y zapatillas. El pantalón lastima la herida, pero debo soportarlo. Al menos Dan tuvo buen gusto. Debo entrar al cuarto del sadismo por mi arma que encuentro sobre la mesita de noche.

De camino a la mansión no pienso otra cosa que no sea en lo de anoche, al menos ya me siento mejor y la pierna no me duele tanto. No sé qué bala era esa que me hirió, pero no fue cualquiera.

Las muñecas las tengo marcadas por culpa de los grilletes, parece que me arrolló un camión porque tengo unas ojeras horribles que quisiera ocultar con maquillaje, pero no creo que sea posible porque bajo del auto y todos me miran como si hubiera vuelto de la muerte.

La mirada de Yasmín es de las que hacen muchas preguntas que espero no me haga porque me voy poniendo al día con todo y tengo demasiado trabajo por hacer. Aparte de que la novia de mi jefe no se ha ido y cada que me la topo me mira con desagrado.

—Los ticketes ya están, tengo los pasaportes organizados— Enola me entrega una carpeta.

Saco los tickets, supervisando. Ya debemos ponernos a trabajar.

—Ya me ocupé del hospedaje— me avisa Yasmín

—Me voy a comunicar con algunos miembros de la organización. Necesitamos arsenal fácil de movilizar y disponible para cuando lleguemos.— me levanto.

APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora