CAPÍTULO 45

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✧✧Calvario✧✧

Venus

Sigo en la cama, inmóvil, cansada, adolorida, con ganas y con una molestia que me tiene pensando las miles de formas en las que me voy a cobrar esto.

Al menos no me dejó atada. Pero sí encerrada en este departamento. Ya busqué la forma de salir. No hay escapatoria y la empleada que limpia no me quiere decir nada. Habla solo para pedirme que coma y ayudarme con la herida.

Me ahorro las preguntas. No me dirá nada.

Debo respirar, tengo mis planes trazados y no puedo irme tan rápido, pero es inevitable controlar todo lo que me avasalla desde que estoy aquí siendo básicamente una enferma vulnerable.

No sé qué hora es, pero solo sé que llevo más de un día aquí acostada viendo el techo. La mujer me trajo comida hace ratos y regresa a pedirme que me duche.

Mi mirada la corre de la habitación. Quiero estar sola. Parece que estoy pagando un castigo por haber cometido una gran atrocidad cuando en realidad no fue mi culpa y tampoco quise que sucediera.

Tendré que hablar seriamente con Jayden o hará que Herodes me mate antes de tiempo.

Para pasar el tiempo me mentalizo en que estoy en esos días en los que en la fortaleza no me permitían comer por haber fallado en algún entrenamiento. Prefiero que mi cabeza me lleve a aquellos tiempos en los que sacaba todo y me obligaba a tener fuerzas a pesar de no estar en las condiciones aptas.

Sigo corriendo bajo el candente sol, mis pies se maltratan cada vez más con las rocas que conforman el camino de una de las áreas de entrenamiento. Por suerte el uniforme me ayuda a cubrir mi piel de las ramas con espinas y hojas venenosas que trato de esquivar.

No puedo detenerme, la meta queda a unos cuantos metros, debo si o si llegar de primera o tampoco me dejarán comer esta noche. Me siento sin mucha energía, pero no me detengo «Me van a torturar si no lo logro hoy» Giovanny tiene los ojos puestos en mí, y no me dejará pasar una más.

—Esfuerzo o Tortura, Lo logras o Lo lamentarás.

Sus típicas palabras se siguen repitiendo en mi cabeza, haciéndome apresurar el paso.

Mis reflejos fallan por un momento y no soy veloz para esquivar un tronco caído, tropiezo, caigo raspándome las manos y las rodillas. Me levanto rápido e intento limpiarme, pero la fricción solo me hace arder las cortadas. No me queda de otra que continuar, aunque mi cuerpo quiera descanso y mi mente lo obligue a seguir.

Abro los ojos, intentar dormir en la posición que estoy solo me causo un horrible dolor en las muñecas y creo que me lastimé la izquierda porque el dolor me recorre hasta el codo y no puedo mover los dedos «Mierda», pataleo, maldigo, me quejo y grito sacando la frustración.

No dejo de pensar en mi maldito jefe y todo lo que quiero hacerle por haberme dejado aquí, ¿Y todo por qué? Porque es un jodido egoísta que no ve más allá de su posesividad, y me molesta demasiado que se porte como un celopata de la mierda.

Solo un maniático haría tal cosa como dejarme encerrada en su departamento. Lo odio más que antes.

La señora llega corriendo después de mi grito. Pide que la deje ayudarme, no se lo niego.

Las vendas de la pierna están sucias de sangre. Como si hubiera corrido. La señora me ayuda a cambiarlas, deja agua aquí para mí y como puedo me levanto a ducharme.

Es muy difícil caminar, pero me esfuerzo para no caer.

Las horas pasan y no hago más que dormir, sumiéndome en los recuerdos de esos días de supervivencia.

APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora