CAPÍTULO 41

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✧✧Abismo✧✧

Venus

El dolor físico es algo a lo que tuve que acostumbrarme en Pakistán y en el pasado. Por lo que soy fuerte cuando me intentan sacar la bala que tengo en el muslo, me duele y el puñal se sigue clavando intentado encontrarla, a la vez que aprieto los ojos y me muerdo la lengua para no gritar. Mi piel cosquillea, la sangre sale poco gracias a la presión ejercida por mis manos.

Tengo resistencia, pero no fue un disparo cualquiera y siento que voy a desfallecer por culpa del dolor, esto es algo que me debilita el cuerpo, estoy demasiado inestable y creo que la menstruación es la culpable.

Contengo la respiración y cierro los ojos, pensando en algo ajeno al dolor, buscando distraer mi mente y disiparlo, pero es casi imposible porque estamos propensos a ser atacados y ahora que estoy herida, será más difícil moverme y odio sentirme inútil.

La bala por fin es sacada de mi carne, mis pulmones recuperan el aire y pierdo soltar la dolorosa mordida en mi labio, respirando profundo. Me dejo caer en el suelo. Tengo la frente llena de sudor y los labios temblorosos, intento levantarme, pero no puedo.

—Con calma, terca.—me insiste después de que no tuvo ni un solo gramo de delicadeza conmigo— No sabía que eras algo cobarde.

Ni siquiera debe saber el significado de la palabra piedad o cuidado. Tampoco las aplica.

—¿Disfrutaste eso? —aparto sus manos— Oh, claro que sí. No debí haberme metido cuando soltaron ese disparo.

No tenía que haberlo hecho. ¿Nací para pendeja o qué?.

—No, no lo disfruté, lo que si disfruté fue tu cara cuando te la estaba sacando, quien iba a decir que en tus días tan sensible —se ríe, una sonrisa genuina y burlona que me eriza el cuerpo a pesar de estar agitada.

«Cálmate pendeja»

—Burlarte más —ruedo los ojos, poniéndome de pie, intenta ayudarme, pero lo aparto—. Puedo sola, no soy una buena para nada.

—No dije que lo fueras. Pero si quieres caminar...—se arranca una manga de la camisa—No puedes hacerlo así.

La ata un poco más arriba de la herida, el contenido de la jeringa ya está haciendo efecto y el dolor se disipa un poco, aunque no es muy fácil caminar, Me trago el dolor y alisto las armas. Aún no terminamos lo que vinimos a hacer, no me dejaré matar.

Se alista, pasa por mi lado, tomando la delantera, acelerando el paso y me cuesta seguirle el ritmo.

Debo tomar aire y continuar caminando, aunque sienta que me están metiendo una aguja que toca mi hueso. «Tú puedes, no te dejes ver débil y mucho menos en frente de él»

La comunicación se restableció, gracias a la tecnología que tenemos podemos encontrar a Mario y a Flavio, bajamos un par de escaleras que se me hacen eternas y por un momento debo detenerme a tomar aire.

Llega un pequeño mareo y me aparto cuando se acerca.

—¿Puedes o necesitas que te cargue de nuevo?

Lo ignoro, me muerdo el labio y sigo bajando sin dejar que me sostenga, me adelanto y puedo oír su risita burlona cuando piso mal y casi me caigo de bruces.

—Deja de reírte o te juro que...

—¿Qué? —me sostiene de la nuca, poniéndome contra la pared— ¿Qué harás?

Mi Glow se entierra en su abdomen y suelto a reír, pero el dolor me invade con la presión que ejerce en mi herida.

—¿Me matarás? —vuelve a apretar.

APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora