CAPÍTULO 16

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✧✧ Polos ✧✧

Venus

Recuerdo perfectamente el día que llegué a La Fortaleza en Pakistán, fue probablemente uno de los peores días de mi vida, aunque no se compara con todo lo que tuve que pasar después de eso.

Solo sé que el peor día, fue cuando presencié la muerte de mis padres; fue algo horripilante, sucedió junto en frente de mí. Dos sujetos me sostenían mientras yo veía el rostro asustado de mi madre, papá fue el primero en recibir un disparo en la cabeza, mamá en la espalda y en una fracción de segundos vi como su cuerpo cayó en mis pies antes de que mi mundo se nublara por completo.

Cuando desperté, ya estaba en un espacio de paredes grises, con muchos niños y niñas a mi alrededor.

El adoctrinamiento no fue nada humano; me negaban la comida cada que fallaba en un entrenamiento, las torturas son otra cosa que odiaba al igual que el estar sentada en una silla recibiendo uno de los procedimientos de manipulación mental.

Cada día era un maldito infierno y solo algo rondaba mi cabeza negándose a marcharse, aunque me sometieran a técnicas dolorosas para darle más resistencia a mi cuerpo.

Todo lo que pasé, no fue fácil, cosas así siempre suelen dejarte un daño colateral que jamás se irá: el mío se divide en dos partes; Tranquilidad al asesinar a escorias y la más importante es la capacidad de no sentir afecto.

Suena loco y tal vez difícil de creer...

A veces, creo que toda mi vida está escrita en algún libro con alguna profecía, porque de no ser así ¿Por qué tuve que vivir algo tan horrendo siendo solo una niña? ¿Por qué siento que soy especial? Eso lo he notado muchas veces, aunque hago caso omiso.

Tengo muchos sentimientos encontrados a medida que vamos de camino a la mansión, este es uno de esos momentos en donde no sé a dónde me llevará esta vida, pero no me queda de otra más que seguirla. Aún tengo en la cabeza lo de hace unas horas, intento olvidarlo, igual no es para nada fácil cuando tengo en el mismo sitio al hombre responsable de la incomodidad en mi entrepierna.

Necesito correrme. Es lo único que mi mente repite a cada rato.

Tengo los labios resecos y me estoy comenzando agobiar, ni relamerlos sirve. Aire, creo que podría ayudar un poco...

Debería pedir un mini permiso para irme a comprar ropa, y algo de maquillaje, necesito tener mis cosas a la mano cada que tenga que viajar ¿Debería decirle a Mario o a él?

Carraspeo mirando la carretera.

—Señor... disculpe la molestia, pero solicito permiso para ir a comprar algunas cosas personales —me muerdo la lengua, rogando para que no me ignore.

No responde. Lo miro por el retrovisor, está metido en su teléfono, tecleando, con el ceño fruncido. Debe estar molesto.

—Dejaré todo organizado —hablo de nuevo—; Alguien que esté al pendiente por si necesita algo. No me voy a demorar, tampoco iré sola, haré uso una de las camionetas, será rápido.

Mantengo los ojos en el retrovisor, mirándolo.

—Ajá.

¿Eso es un sí o un no? Supongo que es un sí.

—No se preocupe por nada, estaré en contacto en todo momento —aseguro, esperando que me confirme, pero vuelve a su modo "ignorar a todo el mundo".

Calma, Venus, no debes caer en la locura.

Llegamos y bajo rápido tomando el maletín. La mitad de los alfas se dispersan y los demás pueden ir a descansar por un rato. Yo camino detrás del imán sensual cuando le abren la puerta, en la sala principal no hay nadie, se quita el saco y me lo entrega sin mirarme.

APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora