CAPÍTULO 19

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✧✧Temperatura✧✧

Herodes

Tantos problemas que resolver, pero solo puedo estar personalmente en uno. No me he sentido con muy buen humor y todo tiene nombre «Venus» detesto que crea que puede coquetearme y saltarme encima como una jodida desquicia con falta de sexo.

Ahora resulta que también me acosa cada que puede. No me saco de la cabeza ese momento en el gimnasio de la casa en Montreal, ella cree que no la noté desde que entró y como me folló con los ojos.

Odio que me mire así, siento se me clavan puñales en la espalda, pero también que quisiera enterrar sus uñas en mi carne mientras la penetro duro y sin piedad. La lujuria la desprende como un imán, hinchándome el miembro, aún me duele y ni siquiera Megan pudo quitarme las ganas.

A veces no sé cómo puedo soportar no estarla embistiendo cuando la veo, si por mi fuese, la tuviera siempre desnuda y dándome placer, pero ese es un pecado que no puedo comerte tan seguido, ni porque me lo proponga.

—¿Desea algo de tomar? —me pregunta la empleada de servicio

—No.

Mira sus pies antes de irse. Y vuelvo la atención a lo que me está platicando Giovanny mientras esperamos.

—Te mantendré informado de todo, ya estoy en contacto con Mario.

—Ajá. Necesito saber cada detalle. Tantas cosas me tienen de malas y a nadie le gusta que esté así, mucho menos a mí que no puedo desquitarme con tanto trabajo que tengo— suspiro.

—Ya te preparé unas horas de descanso. Hay un bar muy bueno cerca del hotel, lo inauguraron hace días y es la sensación para personas importantes —me informa.

Muevo el cuello pensando por un momento, hace tiempo no hago algo así y mi paz mental lo amerita.

—Señor Blackwood, bienvenido a mi humilde casa —Charles entra, viste el traje de ministro

—Te salvas de que no perdí la paciencia tan rápido —asevero, mirándolo— Creí que casualmente el tráfico estaba pesado cuando venías, eso o que te extraviaste en el camino.

—Pero aquí estoy, disculpa la tardanza, tenía una junta muy importante, ya sabes...

—Solo quiero saber por qué no me contestabas las llamadas —me levanto y camino por la sala— Tuve que venir hasta aquí, perder mi valioso tiempo y molestarme en el proceso.

El espacio es grande, una mansión digna de una familia como la suya, su esposa abogada, su hija también, la otra es modelo y el un ministro.

—No podía contestar llamadas, estaba con el presidente y algunos senadores...

—Ninguno de ellos es más importante que yo —lo corto—. Y pues, no le encuentro lógica a tu excusa.

Me muevo hasta un cuadro con la foto de todos.

—No volverá a pasar, ¿Quieres algo de tomar? Tengo un whisky muy bueno en mi colección, déjame y lo traigo.

—No es necesario, no tengo sed —lo miro por encima de mi hombro— Pero si los nervios te secaron la garganta, ve y búscate algo antes de informarme lo que deseo.

Se va y sigo caminando de aquí para allá, observando los cuadros pintados por grandes artistas, algunos cuestan millones y es entendible, soy un fiel admirador del arte y en mi casa también tengo muchos cuadros con diferentes significados.

—Hola —me saluda Megan, viene bajando las escaleras—. ¿Cómo te tratan las empleadas?

—Solo quiero que tu padre no se demore y acabemos rápido.

APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora