CAPÍTULO 48

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✧✧ Proposición✧✧

Venus

"Porque sé qué quieres matarme, en tus ojos lo vi desde la primera vez que te tuve de frente, y aún puedo verlo"

Sus palabras se siguen repitiendo en mi cabeza como también las que soltó después.

''Pudiste haberlo hecho, me pregunto por qué te has tardado y no lo has intentado"

Mi cabeza repetía las respuestas, pero es obvio que no se las dije «No se equivoca». No siguió abordando el tema, solo se dispuso a mirarme y acariciar mis muslos en la misma posición en la que estábamos, hasta que su teléfono sonó, después tocaron la puerta y todo se fue a la mierda porque preferí irme a preparar el viaje a Toronto.

Su padre es una de las figuras importantes de las tantas que estarán presente.

Me banco toda la mañana organizando, aunque el genio se me descomponga porque no nos quedaremos en un hotel; lo haremos en la casa de Megan. Ya quiero que esta semana termine para irme y distraerme en otras cosas.

—Camionetas cargadas y listas— me avisan por el intercomunicador.

—Todos a movilizarse, el personal de la casa cubra sus puestos.— ordeno.

Uso la chaqueta, recojo mi bolso y salgo de la habitación. Todos se están alistando, las empleadas bajan el equipaje de la pareja de novios e ignoro a la rubia que sale con el pelinegro. Ambos suben a la misma camioneta que yo, dejo mis cosas en la cajuela antes de subir al asiento de copiloto.

Aseguran el perímetro, llegamos a la pista de despegue y no es mucho el tiempo que nos mantenemos en el aire porque en menos de nada estamos aterrizando en el aeropuerto privado de la ciudad. Son las 3 de la tarde.

20 minutos más de camino a la mansión Gelbero, al llegar nos recibe una chica rubia, se parece un poco a su hermana solo con la diferencia de su altura y menudo cuerpo ya que es una modelo. Se ve algo cansada, con ojeras debajo de sus ojos, pero aun así sonríe feliz al ver a su "cuñis".

—Bendecidos mis ojos por ver en persona a mi cuñado— exclama, dándonos paso.

—No puedo decir lo mismo —le dice él.

—Siempre tan sociable.

—¿Mamá llegó?— le pregunta su hermana.

La chica niega. Herodes se pierde a hablar por teléfono y al parecer no es la primera vez que viene porque se le ve cómodo y como si estuviera en su casa.

Disperso al personal, tendré que hablar con el encargado de la seguridad de aquí para poder organizar todo. Dan me ayuda, se nota que antes había asegurado este perímetro, aunque la casa tenga seguridad para resguardar a las hijas de un ministro y a su ex esposa.

La casa es grande y bonita, por todos lados yacen cuadros de las hermanas Gelbero, son hermosas, no puedo negarlo. La menor se ve más tratable que su hermana quien a cada nada me ve mal y no pienso aguantarme su veneno, no hace falta que me insulte para saber que me detesta, en su mirada se ve.

Decido irme al jardín, el escuadrón se mantiene alerta, a la espera de indicaciones, todos se alistaron, yo me puse un vestido plateado de falda de tubo y tirantes, dentro de las medias pantys ajuste el sujetador de la mini Glow que me guardo estratégicamente al igual que una navaja multifuncional.

El cabello me lo dejo suelto, me lo echo detrás de los hombros porque se ve mejor así «Y cubre el intercomunicador» me acomodo la falda maldiciendo que la tela sea una especie de cuero elástico que se amolda a mi cuerpo, pero se siente extraño. Las bragas se me marcaban en la tela, tuve que quitármelas, ando sin nada debajo y siento el frío entrar.

APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora