CAPÍTULO 54

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✧✧Capas ✧✧

Venus

Casi tres días de reposo, ni siquiera me dejan salir fuera de la habitación, no hago otra cosa más que ducharme, ver tv y caminar para que la pierna termine de sanar porque por suerte no fue nada grave, trajeron un fisioterapeuta y se ha encargado de supervisar "mi progreso".

Según mi jefe "Debo recuperarme rápido para el entrenamiento", no sé qué más quiere que aprenda, ya sé todo lo necesario, al menos que el haya recibido preparación en otro planeta y pretenda llevarme con él a patearle el trasero a varios extraterrestres o dioses del Olimpo.

Sería lo único que falta.

El doctor vino de nuevo, se encarga de mi brazo y revisa los hematomas mientras el pelinegro nos observa desde el umbral, no se mueve de ahí o de la ventana, siempre me está mirando como si fuera a escaparme o alguien viniera a robarme.

El silencio es lo que más nos envuelve desde que llegó. Y es que nadie dice nada, él últimamente parece molesto, y lo entiendo, fallé la misión, casi muero, dos resultaron heridas y ahora la mafia rusa se pondrá en alerta lo que conlleva prepararnos para toda la catástrofe que en algún momento se desatará.

—Ya está. Se ve bien en comparación con ayer, ya podrás moverlo, pero sin mucho esfuerzo si no quieres desangrarte —me informa el doctor— Sigue con el tratamiento y en menos de dos semanas estarás completamente nueva.

—Dos semanas que no tenemos como para perderlas—habla el pelinegro, adentrándose a la habitación con cara de culo «Sería raro si no»— Ya puede retirarse.

—Gracias por sus servicios.— le digo al doctor, sonríe y se va.

Me reincorporo bien, tomando asiento. Tomo el espejo que tengo al lado y me miro el golpe que sigue en mi rostro, menos rojo que la primera vez.

—Juro que mataré a esos dos, a uno por hacerme caer por el barranco y al otro por interferir —hablo, con el dedo bordeo el hematoma, me duele aún y parece que salí de una pelea callejera— Me veo horrible, durará una semana en quitarse bien.

—Deja de quejarte— mira por la ventana, se ve sexy vistiendo una mínima franela que muestra más sus brazos y los tatuajes de los antebrazos.

«Deja de babear y concéntrate»

—¿Cómo no he de quejarme si me veo como una expresidiaria? —increpo.

—Podrías no tener un ojo y aún así te verías sensualmente follable.

—Siempre tan...

Se gira y su mirada me manda a callar, no entiendo cómo puedo ceder, pero lo entiendo cuando la cabeza se me vuelve un enjambre de abejas furiosas que no saben cómo calmarse y de repente....Miro sus ojos, cayendo en el hechizo que tienen y solo me hace sentir acalorada, confundida, excitada...

—Directo.—completa la frase, se me acerca con las manos en los bolsillos, queda a mi lado, mirándome y me siento diminuta, quisiera levantarme pero— Siempre lo soy y más si es contigo, así evitamos malinterpretar las cosas.

La saliva desaparece de mi boca, dejándome con una horrible sed.

—¿Nos mentiremos así de bien?

—Tómalo como quieras. Mentira, verdad.. ¿Para qué darle importancia?— se encoje de hombros.

—Entonces lo tomaré como que soy la excepción en muchas cosas...

Toma asiento a mi lado, gira un poco el torso, alza una mano dejándola sobre mi abdomen, causándome contracciones en la cara de los muslos. Abro la boca para decir algo, pero me deja muda el que apriete uno de mis senos, con el dedo juega con mi pezón moviéndolo de un lado al otro, endureciéndolo con su tacto y erizándome la piel.

APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora