Capítulo 42

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✧✧Decisión ✧✧

Enola

Vivo en un mundo en el que me tocó la vida que llevo. No tuve ni voz ni voto para elegir hacer algo diferente, no lo permitieron. Me acostumbré a ella y debo hacer lo que sea para mantenerme como estoy porque no se sabe en qué momento quieran matarme, por ahora es preferible que siga en el escuadrón y sirviéndole a la organización más poderosa y sangrienta de todas.

Avanzo por el pasillo de las habitaciones, mi cabeza sigue repitiendo la imagen de lo que acabo de ver y la cual perdura al llegar a la sala «Esa maldita manipuladora y puta». Mi jefe está reunido con Dan, Mario y Flavio. El hombre al que fui a llamar llega y se posa al lado de su primo quien lo mira mal.

—¿Qué tanto hacías?

—Te diría pero no es el momento...

—Habla antes de que...

—Besándome con tu guardaespaldas.— responde como si fuera algo normal

Estudio la expresión de mi jefe, pero no nuestra nada, solo indiferencia y 0 importancia a lo que le acaba de decir.

—Te felicito, ahora te quiero aquí centrado.

El tono amargo siempre lo usa y no sé si es por molestia o simplemente le da igual. Tantas cosas por hacer y debo andar de psicóloga estudiando el comportamiento de la puta de Venus y de mi jefe. No sé ni para qué pacté con esa tal Megan.

Ese beso con Jayden Blackwood no sé si es porque anda de puta con él o con el hombre que nos da órdenes sobre lo que debemos hacer esta noche. Estoy cansada, tengo sueño y hambre. Llevo días sin saber lo que es un respiro y ahora solo viene más y más trabajo.

Los demás entran y nos organizamos para lo de esta noche. Me queda la tarea de conseguir comida para el escuadrón, la casa no tiene si no más que una empleada que prepara la comida para los Blackwood y Mario.

Aprovecho para ducharme y cambiarme el uniforme. Lo empaco en mi bolso y salgo de la habitación, me topo con Helen en el camino quien me pregunta por su amiguita como si yo supiera en dónde está. Por suerte la herida tal vez la mantenga en esa habitación y no tendré que calarme sus aires de superioridad «Me cae de lo peor».

Desde que la vi por primera vez, supe que sería un dolor de cabeza. Esa carita de niña buena que no rompe un plato «rompe la vajilla completa». Recuerdo perfectamente todos esos días en que la reclutaron y me tocó aguantar muchas cosas por su culpa.

No la envidio, nunca me ha impresionado en nada y mucho menos en aquella pelea en la que me hizo frente y se salvó de todo lo que tenía planeado para ella. No es fácil ser la más importante en la fortaleza, la mejor en combate, la más hermosa y peligrosa, pero llegó ella y muchos quisieron hacerme menos.

Pero son recuerdos que trato de borrar al igual que mi mente no recuerda lo que era de mi vida antes de llegar a Pakistán.

Los recuerdos son confusos, solo puedo medio recordar el rostro de mi madre, pero no nada más y cada vez que lo intento es como si me golpearan en la cabeza y todo por los miles de procedimientos que tuve que pasar antes de todos los entrenamientos que me pusieron a recibir para llegar hacer lo que soy; una mujer sin alma para matar, seducir y servirle a la mafia.

—Te necesito— le digo a Brett cuando cruzo el umbral de la habitación en donde está con Kilian.

—¿Pasa algo, meloncito?

Kilian se ríe por el apodo y blanqueo los ojos.

—Apúrate.

—Ya salgo.

APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora