CAPÍTULO 65/1

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✧✧Golpe bajo: Parte I✧✧

Herodes

Siento que tengo un martillo dentro de la cabeza, que golpea con fuerza cada que camino, respiro o me muevo siquiera «Lo que me faltaba».

Me pongo los lentes cuando bajo en frente de la empresa. Hace calor, la luz del sol no me ayuda y por eso me muevo rápido hasta llegar al ascensor. El director me va poniendo al tanto de todo en lo que me paseo por las instalaciones, supervisando.

Reviso el teléfono notando que debería estar en la vídeo llamada con el escuadrón. Pero de solo pensar a quién veré, se me descompone el genio. Ayer necesitaba comunicarme con ella, por asuntos importantes que teníamos pendiente antes de que se fuera, pero sigue dolida y no me respondió.

Debería azotarla cuando la vea. No puedo negar que su desprecio me irrita, me tiene con más estrés que antes y ahora más con eso de que "se acabó el sexo porque eres un puto de mierda", es una dramática celosa, eso es lo que sucede con ella.

Esas veces ni siquiera cogí con Megan.

La odio más que ayer.

Cuando me desocupo me voy a mi oficina, rara la vez que estoy aquí. Paso más tiempo en la de Montreal. Ahora que lo pienso, no he ido a la de Londres. Ayer no tuve nada de tiempo. Francamente, a veces tantas cosas me absorben, como hoy que debo estar moviéndome a varios sitios.

—Ya todo está listo —me avisa Dan cuando entro a la oficina.

—Ve a dar un paseo, comprar algo o... Tú verás que haces— le digo a Megan.

—Pero...

—¿Pero? —enarco una ceja, mirándola.

Pasa saliva, recoge su cartera y se va. No la soporto.

Tomo asiento, me dejan solo y enciendo la laptop que me conecta con Mario. Todos están sentados en la gran mesa del comedor, en la cabeza mi mano derecha y a su lado el dolor de cabeza que me atormenta siempre.

Me informan lo que han hecho, lo que han planeado hasta el momento y como lo harán en un par de horas. Quisiera calmarme un poco, pero el dolor de cabeza no ayuda y tampoco las pastillas que me tomo con un energizante, nada funciona, menos al ver a la pelirroja que casi no habla y cuando lo hace es de una forma cortante, sin ganas y mirándome mal porque nadie lo nota a excepción de mí.

«Su veneno traspasará la pantalla hasta intentar matarme»

—Estaremos en comunicación cuando acabemos — concluye Kilian Gill.

Quisiera que esto acabe ya, pero me interesa estar informado al pie de cada detalle, por eso me trago la molestia e intento no mirarla, aunque sea una tortura porque lleva puesta una camisa de tirantes y a su lado está sentado la basura con la que se besó aquel día. Seguramente ya cogieron hasta cansarse.

Me siguen hablando, el impulso me gana y termino tomando el teléfono, texteando el mensaje que le envío, me doy cuenta que lo lee, pero deja el aparato de lado, ignorándolo. Esto trae un dolor de cabeza punzante, me siento demasiado molesto como para seguir. Por eso cuelgo la llamada dejando que me dijeran solo lo más importante.

Me pongo de pie, pasándome las manos por el cabello. El dolor de cabeza me quiere matar.

—¡Dan! —vocifero.

—Señor...

—Consígueme algo de marihuana, ¡Pero ya!

Necesito que el dolor de cabeza se me quite. Que mi cuerpo se relaje por un momento y que mi cabeza elimine el recuerdo de ella, que no hace más que amargarme la vida, poniéndome en un estado excesivo de obsesión. Porque eso tengo, estoy adicto a ella, siempre me gustó el sexo, en mucha cantidad, pero por su culpa estoy empecinado de su coño y ahora parezco un crío hormonal con una erección a cada rato.

APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora