Fanfic especial 1 millón de lecturas

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Primero que nada, quiero avisar que este Fanfic lo escribió Osly Vil, mi lado malvado, así que... No sé qué hizo y de solo leerlo.... Dios, perdónenme por hundirlas en la perversidad. Disfruten.

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_____Exorcismo_____

Venus

No hay nada más hermoso que disfrutar de la naturaleza, el aire fresco y una buena lectura sobre los deberes y obligaciones de una monja.

¿Me arrepiento de haberme entregado a este mundo?: No, es lo que decidí y me gusta.

—Hermana, Venus. La madre superiora la espera en su oficina —me avisa Yasmín.

Cierro el libro y me pongo de pie, sacudiendo la falda.

—¿Sabes para qué?

Se encoje de hombros.

—No lo sé, pero ha de ser para algo importante.

Extrañada, entro a la gran casa, caminando algo rápido ya que la madre superiora no es de las mujeres que espera, y no le gusta que seamos impuntuales.

—¿Fuiste a rezar esta mañana? —me pregunta mi amiga cuando vamos de camino.

Me palmeo la frente «Lo olvidé». Eso responde a su pregunta ya que sacude la cabeza con pesar.

—Que disfrutes del regaño. Debes aprender a dormir menos y a rezar más.

La miro, ¿Enserio me da ese consejo?

—Y tu deberías rezar más y no dejar que tú zona prohibida te quiera dominar cada que salimos a rezar a la iglesia.

—Sabes que no es mi culpa. Aquí no vemos chicos y en la calle hay muchos —se defiende— ¿Crees que pueda seguir sin ser profanada? Yo lo veo difícil a este paso.

—Sí, si dejas de pensar con la de abajo y usas la de arriba —llego a la puerta y toco, recibiendo un pase— Te busco al acabar aquí.

—Suerte.

Al entrar, debo enfrentarme a la mujer que se levanta de la silla, golpeando en su palma, una regla con la que mide lo que siempre escribe en las pizarras de los salones en donde solemos ver clases también.

—Toma asiento, querida —señala.

Lo hago, dejando el libro sobre mis piernas e ignorando el calor que comienza a hacer.

—¿Sabes por qué estás aquí?

Evito suspirar, cansada.

—Porque me dirá que los pecados capitales siempre debo evitarlos y cumplir con lo que demanda nuestro señor —digo lo mismo de siempre— No a la lujuria, avaricia, ira, gula, soberbia, envidia, pereza...

Estrella la regla en la mesa, haciendo que me calle y de un pequeño brinco, sobresaltada.

—Me reconforta el saber que mi estudiante estrella, siempre tiene presente lo que se habla en clases —se acomoda los lentes—. Pero no te llamé para un examen o interrogatorio...

Gracias al cielo.

—¿Y para qué me llamó, madre Lucinda?

—Para encomendarte una tarea que solo tú podrás realizar sin contratiempos —empieza ¿Qué será?—. Nadie debe ayudarte, mucho menos Yasmín o Helen.. están castigadas y deben rezar 20 padres nuestros debajo del árbol sagrado.

—¿Tan importante es la tarea, madre?

Asiente.

—Tendremos visita y antes de eso, debo enseñarte el por qué estarán aquí y de lo que debes encargarte...

APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora