34 | tiempos más felices

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Tommy sabía lo que tenía que hacer, y sabía que tenía muy poco tiempo para prepararse. Sin embargo, su esposa no merecía ser arrastrada a través de Londres cuando debería estar en casa con su familia, donde podría ser observada y consolada en su momento de necesidad. Ella no lo expresó, pero Tommy podía notar que prefería estar en cualquier lugar que no fuera las calles bochornosas de Londres.

Por eso Tommy envió a Tessa de regreso a Small Heath con Michael. Al principio protestó, exigiendo saber por qué la estaban dejando en la banca, pero después de que Tommy le explicara su plan, pensó que probablemnete era más seguro para ella irse a casa.

—Ten cuidado —susurró Tessa—. Pero no hagas nada que no quieras.

—Ya no se trata de si quiero o no, Tess —respondió Tommy, intentando memorizar los detalles de su rostro en caso de que el plan saliera mal—. Tengo que hacer esto.

—Te amo —dijo Tessa suavemente—. Te amo y amo a nuestra hija. Nevesito que vuelvas a casa. Necesito que los dos vuelvan a casa.

—Volveré a casa, Tess —dijo Tommy—. Y Bella estará bien.

Tessa asintió y se dejó llevar por Michael. A pesar de tener poca experiencia en el mundo de los gángsters, Michael idolatraba a Tessa. Claro, tenía a Tommy, John, Arthur y Mason para admirar, pero Tessa Shelby era diferente. Era tan fuerte, y sin embargo, tan frágil. Se suponía que no debía vivir esa vida; era hermosa y lo suficientemente elegante como para casarse con un señor rico y tener muchos bebés y no tener que preocuparse por los secuestros, cortes y asesinatos.

Tessa era el ángel que se enamoró del diablo. Se casó con Tommy porque, a pesar de sus defectos y los peligros de la vida de pandillas, sabía que estaba a salvo cuando estaba cerca de él. Era su lugar seugro en un mundo que no estaba diseñado para alguien como ella, y a Michael le encantaba el hecho de que Tessa se las arreglaba para poner cara de valiente.

El ángel de porcelana con los rasgos de una diosa antigua fue encarnado por Tessa Shelby, y cuando estaba cerca de ella, Michael encontraba un respiro. Era alguien que no estaba endurecida por armas y pandillas; era gentil, como todas las madres debían serlo, pero cuando lo necesitaba tenía un temperamento furioso.

Fue entonces cuando Michael se dio cuenta; mientras sostenía la puerta abierta para Tessa y la cerraba detrás de ella. Ella era el lugar seguro de Tommy, tanto como él era el lugar seguro de ella. A su alrededor, Tommy podía encontrar la paz, porque Tessa irradiaba calma y tenía una sensación de seguridad sobre ella que debía haber sido provocada por la maternidad o por pasar muchos años rodeada de los Blinders.

Donde Tommy era fuego, furioso y quemaba a los que se cruzaban con él, Tessa era hielo, mortal pero gentil, alguien que evitaba las quemaduras pero podía asustar a su propia manera. Tessa y Tommy encajaban como piezas de un rompecabezas.

Si Dios creó a la mujer perfecta para Thomas Shelby, entonces Michael Gray la estaba mirando fijamente.





Cuando llegaron a Small Heath, Tessa y Michael se separaron. Tessa caminó desde el patio de Charlie hasta la tienda mientras Michael se encontraba con el resto de los Blinders.

Estaba oscureciendo, y el tiempo era esencial. A las cinco en punto, a menos que Tommy y los chicos completaran sus diversas tareas, Bella se habría ido para siempre.

Al cruzar las puertas de las oficinas, Tessa fue recibida por Polly y Ada, que la miraron como si hubieran visto un fantasma.

—¿Dónde está Tommy? —preguntó Polly—. ¿Dónde está Michael?

—Tommy se fue a encontrar con Johnny Dogs —le informó Tessa—. Bajará a los túneles para intentar ayudarlos. Michael está bien, se fue con Arthur, Mason y John.

—Bueno, ¿qué se supone que tenemos que hacer? —preguntó Ada—. ¿Sentarnos aquí?

—¿Cómo está Esme y el bebé? —preguntó Tessa, pensando en la esposa de John.

—Están bien —respondió Ada.

—Bien —dijo Tessa—. ¿Alguien me puede dar una bebida? Voy a estar en la oficina de Tommy.

Nadie se opuso mientras Tessa caminaba a lo largo de las oficinas y entraba en la de su esposo. Sentada detrás del escritorio, los ojos de Tesa encontró dos fotografías enmarcadas. Sus dedos rozaron suavemente el cristal al recordar el momento en que se tomaron.

Una era de ella unos meses después de su embarazo. El mismo acababa de empezar a mostrarse, y Finn había puesto sus manos en una cámara. Como era de esperar, estaba constantemente tomándole fotografías a su familia, y Tommy y Tessa no fueron la excepción. En el preciso momento en que había tomado la fotografía, Tessa había estado mirando a Tommy, con los brazos cruzados sobre el pecho mientras su esposo la miraba tímidamente.

A pesar de todas las dificultades y argumentos que el embarazo había causado, la segunda fotografía demostró que, al final, valió la pena. Semanas después del nacimiento de Bella, Tommy contrató a un fotógrafo privado y a los tres se les tomó un retrato familiar. Tessa acunaba a Bella en sus brazos, el brazo de Tommy alrededor de sus hombros y el otro debajo del brazo con el que su esposa acunaba a su hija.

Sus sonrisas nunca habían parecido más brillantes, más felices que nunca. Comenzaron una familia y esa fotografía sirvió como un recordatorio de que las cosas buenas no eran ajenas a los Shelby y que se les permitía tener alegría en sus vidas.

Cuando Tessa tomó el vaso que Ada le entregó, pensó que, si todo salía mal, al menos tendría recuerdos de tiempos más felices.

VIOLENT ENDS | Thomas Shelby ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora